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Actualizado: 7 de junio de 2025


En ella no he visto animal alguno, ni rastro de ellos: hice tender la red y se tomaron pejereyes, pero grandes y de especial gusto, y á las seis y media de la noche me retiré á bordo. Este dia se mantuvo el viento de NO, pero tan fuerte que no permitió hacer operacion alguna.

6 Y él andaba entre los leones; se hizo leoncillo, aprendió a hacer presa, devoró hombres. 7 Y conoció sus viudas, y asoló sus ciudades; y la tierra fue asolada, y su abundancia, a la voz de su bramido. 8 Y dieron sobre él los gentiles de las provincias de su alrededor, y extendieron sobre él su red; fue preso en su hoyo.

Ciñen la enramada de una red, dentro de la cual no entran otros que el Mapono y los más cercanos parientes del muerto.

5 Así que les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. 6 Y Jesús les dice: Echad la red a la mano derecha del navío, y hallaréis. 7 Dijo entonces aquel discípulo, al cual amaba Jesús, a Pedro: El Señor es. Entonces Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa, porque estaba desnudo, y se echó al mar.

Pero al cabo llega un día en que la víctima ya no quiere trabajar de balde, se aburre de hacer méritos, y tímida y temerosa solicita respetuosamente que le señalen sueldo, sueldo, aunque sea corto. Entonces, ¿saben ustedes lo que sucede? Ya caerá en la red otro meritorio, otro infeliz, otra victima.... El pobre mancebo que sirvió fielmente dos a tres años se va a la calle.

9 Cuando descendieron a tierra, vieron ascuas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. 10 Les dice Jesús: Traed de los peces que cogisteis ahora. 11 Subió Simón Pedro, y trajo la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y siendo tantos, la red no se rompió. 12 Les dice Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos osaba preguntarle: ¿, quién eres?

Allí se abrían ciertas bocas que indudablemente ocultaban algo. Su hermano y Maltrana agacháronse por consejo suyo. Los perros daban silenciosas vueltas alrededor del árbol, como si olfateasen la caza oculta en las entrañas del suelo. El Chispas se colocó de rodillas a alguna distancia. Estaban allí las bocas de salida, y colocó en ellas los capillos de red.

Ana había resuelto acercarse también, levantar el velo ante la red de tablillas oblicuas, y a través de aquellos agujeros pedir el perdón de Dios y el del hermano del alma, y si el perdón no era posible, pedir la penitencia sin el perdón, pedir a fe perdida o adormecida o quebrantada, no sabía qué, pedir la fe aunque fuera con el terror del infierno.... Quería llorar allí, donde había llorado tantas veces, unas con amargura, otras sonriendo de placer entre las lágrimas; quería encontrar al Magistral de aquellos días en que ella le juzgaba emisario de Dios, quería fe, quería caridad... y después el castigo de sus pecados, si más castigo merecía que aquella obscuridad y aquel sopor del alma....

Uno de ellos ostentaba medio rostro quemado por los líquidos inflamables de los alemanes; el otro lo tenía surcado por una red de hilillos rojos que eran vestigios de cicatrices.

El pueblo había caído en la red, de la cual no le era dado salir, y fué víctima de largo y mortífero letargo, que penetró en todos los resortes de su existencia. No hay sofismas bastantes á evitar el fallo condenatorio, y las maldiciones que ha pronunciado la historia contra este tribunal execrable.

Palabra del Dia

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