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Actualizado: 14 de julio de 2025
Taciturno y afligido Morsamor, había hecho voto de no enamorar ya a mujer alguna, de no reñir con ningún hombre y de no tomar parte en ninguna contienda armada.
En efecto, él se fue y yo quedé ni sé si triste o alegre; esto sé bien decir: que quedé confusa y pensativa, y casi fuera de mí con el nuevo acaecimiento, y no tuve ánimo, o no se me acordó, de reñir a mi doncella por la traición cometida de encerrar a don Fernando en mi mismo aposento, porque aún no me determinaba si era bien o mal el que me había sucedido.
Sí; me he puesto cuerpo de terciopelo, y además este gabán está bien forrado. Eso, eso, mi corazón. Si papá sabe que salimos tan de mañana, me va a reñir porque se lo consiento. Es usted demasiado virtuosa, señorita. Pocas o ninguna llevarán a la edad de usted vida tan santa...
Después vino al castillo á reñir con el Gobernador Olivera y el Castellano, exhortándoles lo mismo. Si los Oficiales tuvieran el ánimo y determinación deste clérigo, no viniéramos á lo que hemos venido. El Capitán Pedro y el Secretario Alarcón fueron en una barca á las galeras, donde llevaron agua y bizcocho y los remos y velas de una fragata.
Y se dirigió a paso largo hacia casa, arrastrando al perro, dispuesto a interpelar al Duque de un modo violento. Mas antes de llegar, tuvo tiempo a reflexionar que su posición era muy delicada. Reñir con el huésped por cosa tan baladí, a los ojos de todo el mundo, por más que a los suyos no lo fuese, pasaría seguramente por el colmo de la grosería.
Margaret le amaba; pero el amor de una señorita de buena familia y excelente educación, acostumbrada á las comodidades que proporciona una gran fortuna, debe tener sus límites forzosamente. No iba ella á abandonar á su madre y á reñir con todas las familias amigas para casarse con un novio pobre, dedicado por completo á su amor é ignorante del camino que debía seguir en el presente momento.
Desapareció para ir a reñir a Susana y sólo la volvimos a ver en la sala. Tenéis una excelente cocinera, prima mía, dijo Pablo de Couprat, paladeando su café. Sí, pero tan rezongona... Eso no es más que un detalle... ¿Y qué os parece mi tía? le pregunté en tono confidencial. Pero... bastante majestuosa respondió de Couprat, algo en aprieto. ¡Ah, majestuosa!... ¿queréis decir... desagradable?
En el fondo se entienden las dos perfectamente; pero mi madre tiene que reñir un poco, acusa a mi mujer de mandona y de que siempre quiere hacer su voluntad. Todos mis hijos han sido mecidos en los brazos de su abuela, y dentro de poco podrá mi madre mecer a su biznieto. Yo cada día me siento más indolente y más distraído.
-Y yo ni más ni menos -dijo la ventera-, porque nunca tengo buen rato en mi casa sino aquel que vos estáis escuchando leer: que estáis tan embobado, que no os acordáis de reñir por entonces.
Pero algunos se desmandaron, tomando equivocadamente la familiaridad por otra cosa, y faltos de palabras, fueron largos de manos... Hubo bofetadas, Juanillo, y algo peor. Esa moza es de cuidado. Parece que tira a las armas blancas, que sabe dar puñetazos como un marinero inglés, y, además, conoce ese modo de reñir de los japoneses que llaman jitsu.
Palabra del Dia
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