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Actualizado: 7 de mayo de 2025


No maliciaba aún el peligro de aquel ingenuo aliento de orgullo y de fuerza a que todas sus frases trascendían. Por fin, paseándose una tarde por la Rúa, con Miguel Rengifo, el único amigo que le quedaba, díjole en un momento de afectivo calor: Si yo medro, Miguel, e después de algún hecho señalado me hacen gobernador de una plaza, os he de llamar junto a para haceros mi primer capitán.

Recuerda si en alguna ocasión te aconteció ser testigo presencial de cómo ese mismo objeto, la Rúa Ruera, suscitó duplicidad de imágenes e impresiones en dos observadores de genio contradictorio; y ahora amalgama aquellas imágenes e impresiones.

La Consumida jamás hablaba de otra cosa. Novillo jamás hablaba de ellos, y si se los mentaban, sentíase gravemente ofendido. Los vecinos de Rúa Ruera y de la ciudad tomaban por lo cómico aquellos amores, y a Novillo, acaso por su edad, quizás por su corpulencia, tal vez por satírica suspicacia, le sobrenombraban el Buey.

Al llegar a la acrópolis, o parte alta de la ciudad, cuya calle más antigua y señalada es la Rúa Ruera, Lirio dijo, haciendo descompuestos ademanes de entusiasmo: ¡Qué calle más hermosa! ¡Qué calle tan horrible! corrigió Lario, frunciendo un gesto desabrido. Añadió: ¡Qué calle tan absurda! Por eso es hermosa.

Aquel don Fermín que allá abajo en la calle de la Rúa parecía un escarabajo ¡qué grande se mostraba ahora a los ojos humillados del monaguillo y a los aterrados ojos de su compañero! Celedonio apenas le llegaba a la cintura al canónigo.

Si te escuchase, jamás haría otra cosa que dejarme arrastrar en el curso ocioso de la deleitación discursiva. Dime, en resolución, cómo he de describir la Rúa Ruera, y que te plazca la descripción. No describiéndola. Busca la visión diafenomenal. Inhíbete en tu persona de novelista. Haz que otras dos personas la vean al propio tiempo, desde ángulos laterales contrapuestos.

Gracias a este accidente la patrulla le ganó considerable distancia; anduvo cerca de alcanzarle. Pero antes que esto sucediese, el forajido, alzándose con extremada presteza, huyó más ligero que el viento. Don Roque disparó los dos últimos tiros de su revólver, gritando siempre: ¡Date, ladrón! Desapareció por la esquina de la Rúa Nueva.

Pero, antes de darle vista, aun nos detuvimos un poco en la Calle de la Rúa, digna por todo extremo de su renombre.

Aquí hay todavía mucha gente dijo don Benigno. Don Segis se mostró humilde también esta vez, siguiendo el impulso de su compañero. En la calle de Caborana, esquina a la del Azúcar, que la pone en comunicación con la Rúa Nueva, se situaron ambos como punto estratégico por donde el enemigo había de pasar, dado que su casa estaba situada al final de la calle de Caborana.

Precedieron ciento tres acémilas buenas y bien aderezadas de reposteros nuevos de lana; las seis que traían la recámara se cubrian con reposteros de terciopelo morado bordados de plata y oro con sus armas. Después comenzó á entrar la caballería de Córdoba, dellos de camino y dellos de rua.

Palabra del Dia

hociquea

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