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Entretanto el Perú, cuya jurisdicción alcanzaba hasta las provincias septentrionales de la Argentina, Quito, el virreinato de Santa Fe, la capitanía general de Venezuela, eran teatro de las horribles escenas suscitadas por la codicia gigante de los reyes de España, tan ferozmente secundada por sus agentes.

Sentado el servicio y acabada la danza, se quitó el manto y la ropa que llamaban cota, que era de paño de oro con armiños y perlas, y se la dió á uno de los músicos que allí había que llamaban juglares, y en las diez veces que se sirvió la mesa hizo otro tanto.

Yo no os he dado carta alguna para don Francisco. Tenéis razón; es que sueño con ese hombre. Quise decir la carta que me habíais dado para el señor duque de Lerma. ¿Qué, os la quitó?... Me la sacó... , señora... no cómo... pero me la sacó... y se quedó con ella. ¡Que se quedó con ella!... ¿y por qué os dejastéis quitar esa carta? exclamó con cólera la abadesa.

El Rey Don Pedro de Aragon, á quien la grandeza de sus hechos dió renombre de Grande, hijo de Don Jaime el Conquistador fué casado con Gostanza hija de Manfredo Rey de Sicilia, á quien Cárlos de Anjou con ayuda del Pontífice Romano, enemigo de la sangre de Federico Emperador, quitó el Reino y la vida.

«¿Sabes le dijo que mi hijo Melchor ha emprendido un gran negocio? Llegó aquí el mes pasado. Por cierto que me cogió desprevenido. Yo le creía en la Habana. Pero el Capitán General le quitó el destino a los veinte días de haber tomado posesión de él y me lo embarcó para la Península... Intrigas políticas... envidias y miserias.

50 Y uno de ellos hirió al siervo del príncipe de los sacerdotes, y le quitó la oreja derecha. 51 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Dejad hasta aquí. Y tocando su oreja, le sanó. 52 Y Jesús dijo a los que habían venido a él, a los príncipes de los sacerdotes, y a los capitanes del Templo, y a los ancianos: ¿Cómo a ladrón habéis salido con espadas y con bastones?

-No se apunte vuestra merced conmigo -respondió Sancho-, pues sabe que no me he criado en la Corte, ni he estudiado en Salamanca, para saber si añado o quito alguna letra a mis vocablos. , que, ¡válgame Dios!, no hay para qué obligar al sayagués a que hable como el toledano, y toledanos puede haber que no las corten en el aire en esto del hablar polido.

En Guayaquil en arma se pusieron, Sabiendo que el Ingles allí ha llegado; A la Puná en breve descendieron: Tambien en Quito el caso relatado, Capitan y soldados proveyeron; Y habiendo á la Puná todos llegado, Las dos cabezas mal se concertaban, Por donde mas erraban que acertaban.

Es natural.... Con este otro beso te quito la vergüenza. Que venga tu futuro esposo a impedirme que te bese.... Si alguien nos viera, ¿qué diría?... Pero nosotros, nos reiríamos y contestaríamos sin ponernos colorados: «Ya no somos novios, ya no somos novios». Sola se echó a reír. Después se puso muy seria.

Publicado ahora por primera vez. 2.º Razón sobre el estado político y militar de la jurisdicción de Quito en 1754, por D. Juan Pío de Montufar y Frasco.