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Como dijimos antes, así la tercera como la quinta parte de la gran colección de las comedias de Lope, contienen muchas de otros autores, y, entre ellas, La guarda cuidadosa.

Tanto sacrificio no podía quedar sin recompensa. El dios de los periodistas estaba satisfecho de Abraham-Ben Zayb. Casi al mismo tiempo vino el angel gacetillero trayendo el cordero bajo la forma de un asalto, cometido en una quinta á orillas del Pasig, en donde ciertos frailes pasaban la época del calor. ¡Aquella era la ocasion y Abraham-Ben Zayb alabó á su dios!

Aquello era, en grado superlativo, en elevación a la quinta potencia, perpetua boda, de Camacho. Salomón y sus mujeres y servidumbre devoraban cada día treinta bueyes cebados, cien ovejas y multitud de ciervos, búfalos, gacelas y aves. Y no se crea que porque comiesen poco pan.

»Con los brazos cargados de flores y el corazón rebosante de alegría salimos de casa del jardinero y emprendimos el camino hacia la quinta de Ville d'Avray. »Ya lo ve usted, Antoñita: el doctor Avrigny, que en cierta ocasión supo salvar a la hija de aquel hombre, no ha logrado salvar ahora a su propia hija.

Un fuerte olor acre y desagradable del paño que se quemaba extendióse al punto por toda la estancia. En aquel momento entró Villamelón muy alegre y satisfecho, que volvía de Chamartín de la Rosa, donde en su preciosa quinta de Miracielos estaba ensayando con gran entusiasmo la incubación artificial de los huevos de gallina.

La víspera de San Pedro, por la noche, el Magistral recibió un B. L. M. del marqués de Vegallana invitándole a pasar el día siguiente, desde la hora en que le dejasen libre sus deberes de la catedral, en el Vivero en compañía de los dueños de la quinta y de sus actuales inquilinos los señores de Quintanar, más otros muchos buenos amigos.

A la izquierda, conforme se entra en él, está la casa de corredor, vasta colmena de cuartos pobres que valen seis pesetas al mes, y siguen las tapias y dependencias de una quinta o granja que llaman de Valdemoro.

Al llegar á Holanda se le acabáron las provisiones; mas habiendo oido decir que la gente era muy rica en este pais, y que eran cristianos, no le quedó duda de que le darian tan buen trato como el que en la quinta del señor baron le habian dado, ántes de haberle echado á patadas á causa de los buenos ojos de Cunegunda la baronesita.

Después se rehízo con un destino en la administración de Cuba; se volvió a perder, tornó a reponerse en Filipinas, y ahora está por cuarta vez en poder de los vampiros. Como ya no hay dinero en las colonias, parece difícil que este desventurado haga la quinta pella. Dicen que América para los americanos. ¡Vaya una tontería! América para los usureros de Madrid.

Magdalena que en su niñez había visto con frecuencia a aquel pastor en la quinta, se alegró mucho al verle. Cuando salió de la estancia después de ver a la enferma le pidió el doctor su opinión sobre el estado de Magdalena.