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Actualizado: 13 de junio de 2025
Había tratado de averiguar si en la casona se tenían noticias de Fernando, temiendo que la voluntad tornadiza del marino le hubiera inducido a volver el pensamiento al punto donde, con rara liberalidad, dejó quietas sus últimas tentaciones de amor.
Como hay una que llaman flor del aire, Hay otra que se llama flor del alma, Que á veces brota en apacible calma, O al soplo de la recia tempestad: Nacida en horas quietas y serenas Hoy te ofresco una flor del alma mia, Bañada en el raudal de simpatía Que la vieja amistad hace brotar.
37 Y las majadas quietas serán taladas por la ira del furor del SE
El último diálogo fue casto. A las siete de la mañana, después de haber pasado la noche en triste honestidad, don Juan se retiró a su cuarto. En el instante de separarse la abrazó y besó mucho, sin que Cristeta experimentara emoción. Fue despedida de manos quietas. Ella, al quedarse sola, se tiró llorando sobre la cama.
Yo ni quito ni pongo; pero sospecho que con la república y el gas les hemos metido el resuello a las ánimas benditas, que se están muy mohinas y quietas en el sitio donde a su Divina Majestad plugo ponerlas.
Afuera el aire resplandecía y el cielo azul brillaba como un límpido esmalte sobre la austera y rocosa campiña. Por momentos el Rey levantaba la cabeza para meditar, y la luz que entraba por los vidrios desteñía del todo sus pupilas quietas y aceradas de serpiente.
Algunas parece que tienen frío, que tiemblan al brillar, y otras se están quietas, como si nos mirasen. Son, en efecto, las estrellas fijas.... ¿Ve usted esa faja de luz que cruza el cielo? ¿Eso que parece una cinta de gasa de plata, muy ancha? Es la Vía Láctea: un conjunto de estrellas, tantas en número, que la imaginación no puede concebirlas siquiera.
Aquellos dos cuerpos vigorosos, aquellas dos almas quietas, inocentes, debían comprenderse: esto lo advertía Tristán: de ahí sus recelos, transformados presto en negras visiones por su imaginación inquieta. Tomado el café la sociedad juvenil se derramó por la finca. Los viejos y las personas serias permanecieron sentados en torno de la mesa.
Bien mediada la tarde, cuando el salón del casino estaba menos concurrido, la atmósfera más despejada, y las bolas de marfil quietas sobre el paño verde, don Andrés dio por terminada la partida, aproximándose a su discípulo, rodeado como siempre por los partidarios más pegajosos y aduladores.
Porque todavía no te he contado cómo se fabrica el pollo a la Trevoux... ¡Es delicioso...! Según te iba diciendo, coges tu pollo y le quitas los huesos... ¡Haz el favor de tener las manos quietas...! LIONEL. ¿Y qué más...?
Palabra del Dia
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