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Actualizado: 27 de junio de 2025


También hemos propuesto quedarnos, aunque con dolor, bajo el dominio de Portugal, y á esto se nos responde que si nos quedamos ha de ser sólo para ser jornaleros y esclavos de los portugueses, sin que tengamos dominio en nuestras casas que hemos fabricado con nuestro sudor y trabajo y sin que seamos dueños de un palmo de tierra para sembrar los granos necesarios para nuestro sustento, ni licencia para coger una hoja de los hierbales que hemos plantado con nuestras manos y regado con nuestro sudor, y todo esto se nos niega al mismo tiempo que á los portugueses que han de dejar la colonia se les concede libremente que si quieren se queden bajo del dominio de España sin perder la posesión de sus casas y bienes, y si quieren salir tienen libertad para venderlas ó donarlas como legítimos dueños de ellas.

¿Qué está usted ahí hablando de grandes cantidades? preguntó Fortunata mirándola con sorpresa, y casi casi echándose a reír. No, si esto no es para que me digas la cifra exacta. Cállatela... haz el favor... que ciertas cosas vale más que se queden dentro. No vayas a creerte que pretendo me entregues a esos capitales para colocártelos... No, ya sabrás manejarte bien...

No hay grande de la tierra, por ensalzado que esté, a quien no pueda poner más en alto todavía; ni humilde, por bajo que se halle, a quien no sepa encumbrar sobre el primero. Reparte sus dones unas veces complaciéndose en detenerse para colmar deseos, y otras los deja caer a la carrera para que queden las alegrías truncadas y los placeres incompletos.

GUINDAS EN AGUARDIENTE. Se quita el palito a las guindas; se frotan con un paño y se meten en un frasco de boca ancha. Por cada kilo de guindas se ponen doscientos gramos de azúcar blanca, unos palitos de canela, y se llena el frasco de aguardiente seco de primera clase, de modo que queden las guindas bien cubiertas. Pasado un mes pueden servirse.

Y así siguieron largo rato, dulcísimamente entretenidos en aquel estupendo y delicioso dúo que por primera vez tuvieron Adán y Eva, y que probablemente sostendrán, pareciéndoles original, el postrer hombre y la última mujer que queden sobre el haz de la tierra.

Contra esto importa precaverse y estar sobre aviso. De aquí que tal vez los personajes que el Sr. Gener retrata en su libro queden tasados en su justo valer si rebajamos siquiera una tercera parte de las alabanzas que el Sr. Gener les prodiga.

Los libros de aquéllos pasarán y los pocos de éstos quedarán, como conviene que queden, sin confundirse en el fárrago insulso de tanto como por oficio se escribe. Por otra parte, donde no valen dinero las obras literarias, los autores no suelen ser tan prolijos en escribir, y esto es gran ventaja.

Según él, siempre habrá pobres y ricos, y figurándose ya la revolución social triunfante, dio por ineludible resultado que los que ahora son ricos queden pobres; que algunos de los pobres más listos y audaces se hagan ricos y que la muchedumbre de los pobres se aumente en número y padezca mayor miseria, porque gran porción de la riqueza se habrá consumido o destruido con las huelgas, alborotos y guerras civiles.

SANDÍA CONFITADA. Se pone cocida y escurrida, y se introducen los trozos en almíbar a punto de caramelo, metiendo y sacando rápidamente y dejándolos enfriar para que queden acaramelados.

Digo, pues, salvo vuestro buen parecer, señor maese Nicolás, que éste y Amadís de Gaula queden libres del fuego, y todos los demás, sin hacer más cala y cata, perezcan. -No, señor compadre -replicó el barbero-; que éste que aquí tengo es el afamado Don Belianís.

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