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Actualizado: 13 de junio de 2025
El cronista de los Reyes Católicos Hernan Perez del Pulgar, refiriendo los desastres venidos sobre España con el establecimiento de la Inquisicion, dice lo siguiente: «Falláronse especialmente en Sevilla é Córdoba i en las cibdades i villas del Andalucia en aquel tiempo cuatro mil casas é mas, dó moraban muchos de los de aquel linaje: los cuales se absentaron de la tierra con sus mujeres é fijos.
Y metiéndose la uña del pulgar entre los dientes, tiraba con fuerza, produciendo un chasquido. De seguro que ella es la que te envía aquí. No, tío; puede usted creerme. Vengo por mi propia voluntad. Pues entonces dijo sonriendo el ladino viejo es que ella te ha pedido a ti el dinero, y vienes a ver si lo saco yo. Enrojecióse el rostro de Juanito al ver que su tío adivinaba en parte la verdad.
Sonriose la maestra y le dejó liar un puro, lo cual ejecutó con bastante soltura; pero al presentarlo acabado, la maestra lo tomó y oprimió entre el pulgar y el índice, desfigurándose el cigarro al punto. Lo que es saber, como lo material de saber, sabrás... dijo alzando las cejas . Pero si no despabilas más los dedos... y si no le das más hechurita.... Que así, parece un espanta-pájaros.
Ningún sonido articulado salía aún de su boca, pero sabía expresar divinamente, con las onomatopeyas que según ciertos filólogos fueron base del lenguaje primitivo, todos sus afectos y antojos; en su cráneo, que empezaba a solidificarse, por más que en el centro latiese aún la abierta mollera, se espesaba el pelo, de día en día más oscuro, suave aún como piel de topo; sus piececitos se desencorvaban, y los dedos, antes retorcidos, el pulgar vuelto hacia arriba, los otros botoncillos de rosa hacia abajo, se habituaban a la estación horizontal que exige el andar humano.
Tomóle Don Bernardino de Mendoza y dióle á guardar á Francisco Ortiz Zapata, sargento de Rodrigo Zapata, que estaba herido en la tienda, y díjole que no lo diese á otro que á él ó á quien le asiese el dedo pulgar. La puerta estaba tan abestionada, que tardó un rato en abrirse, y con tanta dificultad, que no podía salir más de uno en uno por ella.
No se sabe si está sentada en una silla, ó si flota en el aire, como se mece un nido en el árbol, cuando lo agita el viento. Mira hácia abajo, mientras que con el dedo pulgar y el índice coge un pliegue sutil en su falda.
»Porque, hermanos míos, estas palabras pueden aplicarse al virtuoso, al digno, al respetable anciano que todos lloramos... en una palabra, a Nicolás Kernok, antiguo negociante.» Aquí el señor Durand dio un primer codazo a Grano de Sal, que, apretándose la nariz con el pulgar y el índice, dejó escapar una especie de mugido sordo, como una risa ahogada.
Es con ese pensamiento que me dejáis podrir sobre las carnes estas ruines bayetas, para que no pueda mostrarme ante mujer alguna. Mirad esta espadeja si no parece de vil estudiante. ¡Ah!, pero ruda y basta como es, sabrá vengar el entuerto. ¡Oste! Hace un año, señor, que os pedí un arnés para el rocín, y ni esto exclamó, haciendo sonar la uña del pulgar en los dientes.
Y esto diciendo, con dos tejoletes que movía entre el meñique y pulgar de la siniestra, y un tris con tras que sacaba de los palos de las muletas, formaba una como manera de compás, que el can bailador se esforzaba por coger con sus patillas traseras lo más galanamente posible.
Pusose Lucía color de brasa, y bajándose, cogió un puñado de hojas secas, maniobra que le sirvió para disimular su confusión. Después se entretuvo en reducirlas a polvo entre el índice y el pulgar, soplando para aventarlo más presto.
Palabra del Dia
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