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Actualizado: 5 de julio de 2025


Rumor subterráneo, en mitad de la idílica fiesta, sintió la colonia, y un viento de airada protesta pasó por las frentes su fuego de cálido tul. Plasmaste el anhelo en que espíritus libres se adunan, y entonces, al rojo fulgor del audaz Katipunan, puñales febriles lanzaron su reto al azul...

Fortunata soñó aquella noche que entraban Aurora, Guillermina y Jacinta, armadas de puñales y con caretas negras, y amenazándola con darle muerte, le quitaban a su hijo.

He ido mermando, mermando, y aquí me tienen, ¡qué puñales!, en este confesonario, donde no me puedo revolver.

El P. Salví le miraba de cuando en cuando, pero buen caso hacía él del P. Salví; al contrario, hacía de tropezar las muchachas para rozarse con ellas, les guiñaba y ponía ojos picarescos. ¡Puñales! ¿Cuándo seré cura de Kiapò? se preguntaba. De repente Ben Zayb suelta un juramento, salta y se lleva una mano al brazo; el P. Camorra en el colmo de su entusiasmo le había pellizcado.

Trabucos, carabinas de chispa, carabinas de pistón, de un cañón, de dos cañones, pistolas de arzón, cachorrillos, sables, puñales, navajas. ¿Sería que el capitán, á pesar de su pregonado amor á la paz y sus instintos bucólicos, guardase allá en los repliegues del corazón grato recuerdo de su vida de guerrero? No por cierto.

Dejóse el afligido casero caer en una silla, y quitándose el hongo se pasó la mano por la amarilla frente y la calva sebosa, diciendo tan sólo entre suspiros: «¡No es de cal y canto, puñales, no es de cal y canto

Seguido siempre y nunca alcanzado, pero tampoco en salvo, se precipitaba en la iglesia, subía por las paredes, bajaba por los empolvados altares, y la plebe subía y bajaba con él. Se metía al fin entre las hojas de los misales, como una cinta de marcar, y allí, en aquel doblez seguro, le seguían también las manos armadas de puñales. Las navajas brillaban entre las doradas letras.

Me ve cómo estoy, ¡puñales! muerto de pena, y me viene á hablar de la condenada leche.... Hábleme de cómo se consigue que Dios nos haga caso cuando pedimos lo que necesitamos, hábleme de lo que... no cómo explicarlo... de lo que significa ser bueno y ser malo... porque, ó yo soy un zote, ó ésta es de las cosas que tienen más busilis....

Pero, ¡puñales! ¿no usted el título, la prensa filipina? ¡Ese instrumento con que plancha la vieja, aquí se llama prensa! Todos se echaron á reir y el mismo Ben Zayb se rió de buena gana.

Sus verdes ojos brillaban con reflejos metálicos como agudos puñales, y su boca, descolorida por la emoción, contraíase, lanzando, por la fuerza de la costumbre, por el instinto del esfuerzo, su grito de guerra, un ¡hojotoho! desgarrado, salvaje, que conmovió la calma del huerto, estremeciendo a las aves de corral, que corrieron asustadas por los senderos.

Palabra del Dia

buque

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