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Actualizado: 5 de junio de 2025
A ella vivía enteramente consagrado don Gaspar: sólo para guardarla y protegerla quería que Dios le prolongase los días. No era hermosa ni siquiera bonita, y habiendo de ser extraordinariamente rica, quedaba su porvenir a merced del primer hombre que movido de ruin codicia se fingiese prendado de ella.
Quino había festejado por mucho tiempo á aquella joven, su vecina, y aún seguía festejándola con intermitencias; pero su corazón inconstante volando hacia cuantas bellas acertaba á encontrar le causaba mil tormentos. Ultimamente se había prendado de una niña de Canzana, llamada Telva, y por ella la tenía casi olvidada. El dardo de Regalado la había herido, pues, en lo más vivo.
Muley, prendado de las gracias de su prima, él mismo se la había destinado y nombrado de antemano para premio de sus anhelos y corona de su trabajo desde que diese el grito de independencia, conociendo al mismo tiempo que nada podría ejecutar más bien visto como este enlace para aficionarse más y más las voluntades de sus moriscos.
Todas las operaciones diversas por las que pasaba la materia transparente, irisada y líquida, lo interesaban con pasión, y de esta suerte se desarrollaba en él una alma de artista, prendado de su arte. Durante el tiempo de su aprendizaje no dejó un solo instante de tener la más perseverante energía.
La Sra. de Figueredo tendría entonces de veinticinco a treinta años: era una de las mujeres más hermosas, elegantes y amables que he conocido. Su marido, ya muy viejo, era quizá el más rico capitalista de todo el Brasil. Prendado de su mujer, gustaba de que luciese, y lejos de escatimar, prodigaba el dinero que dicho fin requería.
No le amo: prendado de mi hermosura me pidió en casamiento, y yo solo consentí con la esperanza de ser repudiada. No comprendo á qué fin te has envilecido pasando por el tálamo de un hombre á quien no dabas tu fé.
¿De qué hablaban, Rorró? Angelina se apresuró a responder: De que Rodolfo se ha estado un siglo para separar esos pétalos. Y diga usted también que decía que estoy prendado de la señorita Fernández. ¡Qué es eso, Rorró! exclamó mi tía. Señora, eso cuentan por ahí.... ¿Usted lo cree, tía? No, muchacho; ni sería de mi agrado. A Carmen sí que le gustaría.
Como quiera que fuese, don Paco, sintiéndose prendado de Juanita, se allanaba a pasar por todo; pero se propuso, como hombre prudente, no aventurarse más de lo necesario y no soltar prenda por lo pronto.
¿No te respondí yo entonces que el Conde estaba prendado de ti y no de mí, y no replicaste tú que la conquista debía hacerla yo y no tú? Todo es como dices.
Con tales mejoras, con tan buenos consejos y con el ameno trato de donna Olimpia, el rey estaba cada día más prendado de ella. El nacimiento de un Principito puso el colmo a la ventura de amantes esposos. Pero el rey enfermó y creyó a pies juntillas que era llegada su última hora. No había que vacilar ni que retardarse.
Palabra del Dia
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