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Actualizado: 5 de julio de 2025
No obstante, en ocasiones, esas aguas verdes y cenagosas se rizan blandamente al soplo de la brisa, lo mismo que el lago más hermoso, y a veces también, en la hora del medio día, estando el cielo límpido, despiden vivos y gratos reflejos azules. Le pasa al estanque lo que a las mujeres feas; todas ellas tienen instantes, posturas o movimientos agradables.
Anda, bobillo que si te inquietaban mujeres, bien sabes tú que soy yo fiel perpetuo en esta tierra de esa mercaduría, y que me sustento de las posturas, así que enseño como que pongo, y que nos damos con ellas en casa, y no andarte con un pícaro y otro pícaro, tras una alcorzada y otra redomadona, que gasta las faldas con quien hace sus mangas.
Todo era allí ausencia de honestidad; los muebles sin orden, en posturas inusitadas, parecían amotinados, amenazando contar a los sordos lo que sabían y callaban tantos años hacía. El sofá de ancho asiento amarillo, más prudente y con más experiencia que todo, callaba, conservando su puesto. Una ráfaga de viento apagó la última luz que alumbraba el cuadro solitario.
Añadamos que la exposición de los anfibios henchidos de paja, para ser verdadera debe presentar esos monstruos tan idénticos al hombre, de lado y en las posturas en que la ilusión sea más completa. Concededles esa honra, que bien merecida la tienen.
En el siglo XVI aparecieron muchos bailes nuevos, que á causa de sus movimientos lascivos y posturas indecentes movieron mucho escándalo, aunque fueron muy aplaudidos por la multitud, y hasta casi hicieron olvidar los antiguos, más decorosos.
Los alemanes bailan el vals voluptuoso y alegre, o con el bock en la mano entonan el Gaudeamus igitur, el himno estudiantil a la gloria de la vida material, libre de cuidados. El francés canta entre carcajadas espontáneas y danza con los miembros sueltos, saludando con una risotada sus posturas de una fantasía simiesca.
La estrechez del baroto no permitía echarnos, obligándonos á conservar posturas irreconciliables con el descanso; y no hay nada más molesto que estar completamente rendido y falto de sueño, y, sin embargo, no poder dormir. Cincuenta veces por hora preguntamos al patrón si faltaba mucho, y siempre tuvimos por contestación su invariable malayo po.
Lo que más picante le parecía, lo que venía a remachar el clavo de la felicidad, era el contraste de Serafina, quieta, cansada y meditabunda, con Serafina en el éxtasis amoroso: esta mujer, toda fuego, que asustaba con sus gritos y sus gestos de furiosa de amor; que hablaba, mientras acariciaba, con una voz ronca, gutural, que parecía salir de la faringe sin pasar por la boca, y que decía cosas tan extrañas, palabras que, aunque pareciera mentira, aún eran excitantes en medio de los hechos más extremosos de la pasión; esta mujer, diablo de amor, cuando el cansancio material irremediable sobrevenía y llegaban los momentos de calma silenciosa, de reposo inerte, tomaba aire, contornos, posturas, gestos, hasta ambiente de dulce madre joven que se duerme al lado de la cuna de un hijo.
La vida común con sus horas de hastío, de descuido, de pereza pública se refleja en las posturas de esas palomas, en sus pasos cortos, en el sacudir de las alas. Hay parejas que se juntan por costumbre, por deber, pero se aburren como si cada cual estuviese en el desierto.
Las sillas estaban en desorden; sobre la alfombra yacían dos o tres libros, pedazos de papel, barro del Vivero, hojas de flores, y una rota de Begonia, como un pedazo de brocado viejo. Parecía el salón fatigado. Las figuras de los cromos finos y provocativos de la Marquesa reían con sus posturas de falsa gracia violentas y amaneradas.
Palabra del Dia
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