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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Anoche no he dormido, pensando en lo que mi padre me dijo, en el médico, en mis ojos.... Toda la noche estuve sintiendo una mano que entraba en mis ojos y abría en ellos una puerta cerrada y mohosa. Diciendo esto sentose sobre la piedra, poniendo su cabeza sobre el regazo de la Nela.
Las costumbres primitivas y originales de la Pampa han tenido entre nosotros muchos cantores, pero casi todos ellos se han limitado á copiarlas; en vez de poetizarlas, poniendo en juego sus pasiones modificadas por la vida del desierto, y sacando partido de sus tradiciones y aun de sus preocupaciones.
En la lámina están unas niñas griegas, poniendo sus muñecas delante de la estatua de Diana, que era como una santa de entonces; porque los griegos creían también que en cielo había santos, y a esta Diana le rezaban las niñas, para que las dejase vivir y las tuviese siempre lindas.
Ahora soy yo la que río, la que bailo y dice tonterías; el mío es un caso de legítima defensa. »¡Vamos, es una linda historia la de esa muerte! Nunca se ha visto objeto de china igual, y yo la conservaré en una rinconera. Todos mis amigos han venido a darme el pésame, poniendo cara de circunstancias; pero les he contado el suceso y les he hecho perder la gravedad en seguida.
La vieja, poniendo cara de vinagre y refunfuñando, apartóse hacia un lado, y el joven introdujo su silla entre ella y Carmen. Estaba empeñada á la sazón entre ésta y su novio una plática suave como el gorjeo de las tórtolas.
Yo, en tanto, continué, rutinario y triste poniendo diariamente mi hermosa letra cursiva al servicio del Estado, y admirando, los domingos, la pericia con que la espléndida doña Augusta limpiaba la caspa al teniente Conceiro. Era cosa evidente para mí que aquella noche, dormido, leyendo sobre el infolio, había soñado con una «Tentación de la Montaña» bajo formas familiares.
Y, poniendo piernas al Rocinante y terciando su lanzón, se salió de la venta sin que nadie le detuviese, y él, sin mirar si le seguía su escudero, se alongó un buen trecho.
Pablito era hombre para hacer estos y otros mayores milagros. Mientras seguía o aparentaba seguir sus amoríos con Nieves, ya «le estaba poniendo los puntos» a Valentina. Pero ésta se resistió mucho más que aquélla.
Semejante publicacion seria ciertamente la mejor y mas propia demostracion de agradecimiento que la Francia dirigiese al gobierno de Bolivia, por la proteccion ilustrada que ha prestado este al señor de Orbigny, poniendo constantemente á su disposicion todo genero de recursos .» GEOLOGÍA. Relator, el señor Cordier.
En las caídas y pujamen se guarnecía con empalomaduras un cabo de 45 hilos con descuello en los puños. Las bonetas tenían relinga de 3 hilos y se hacían á la medida de los ollaos del papahigo unas bazadas dobles, poniendo una más larga de 10 en 10 y una letra para encontrar la correspondencia. Las otras velas se guarnecían de manera semejante. 18 y 19.
Palabra del Dia
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