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Actualizado: 28 de julio de 2025


Cuando viene el calor y es fuerza salir de Madrid y separarse, entonces la sociedad vuela a las playas de San Sebastián, a fin de no perderse un instante de vista.

En presencia de las hermosas fuentes de nuestro clima, cuya agua nos apaga la sed y nos enriquece, se nos ocurre preguntar cuál de los agentes naturales de la civilización ha hecho más para ayudar á la humanidad en su lento desenvolvimiento. ¿Es acaso el mar con sus aguas pobladas de vidas, con sus playas, que fueron los primeros caminos empleados por el hombre, y su superficie infinita excitando en el bárbaro el deseo de recorrerla de una á otra orilla? ¿Es acaso el monte con sus altas cimas, que son la belleza de la tierra, sus profundos valles, donde los pueblos hallan abrigo, su atmósfera pura, que da á los que la respiran una alma fuerte? ¿O será tal vez la humilde fuente, hija del mar y de los montes?

El estudio de las islas Marianas lo dividiremos en dos partes; en la primera, y aunque ligeramente, trataremos de lo que fueron antes de pertenecer á España; en la segunda, desde que la bandera de Castilla ondeó en sus playas. Respecto á su primer período ó sea antes de la conquista, los datos son poco luminosos.

Todo este trozo de costa es bastante regular, con alguna inflexión al E., limpia y acantilada, con playas de arena intermediadas de frontones de piedra. A 13 millas al S. de la punta Madilao se encuentra, sobre terreno elevado, la visita de Malimon, y á 7 millas al N. de la boca del río Butuan se halla el río y visita de Tibay. Falta reconocer detalladamente esta porción de costa.

»Y, entretanto, el navío nos alejaba para siempre de aquellas queridas playas, pobres, desterrados, , ¡desterrados para siempre!... Esta palabra vibraba en mis oídos con una violencia que ni el ruido de las olas, ni los gritos de los marineros podían ahogar; mientras que a lo lejos y de pie en la costa, Teobaldo agitaba todavía en señal de despedida su pañuelo blanco, que no tardó en desaparecer en la obscuridad.

Nací en las playas de Galicia, señor, y Dios, sin duda para probarme, me dió esta funesta hermosura. ¡Vuestros padres fueron pobres!

Gustábame vagar en la espesura, dormir á la sombra de los árboles, sentarme sobre la cima de una roca para abarcar con la mirada el Pacífico que revuelve delante de sus azules olas, trayéndome el eco de los cantos aprendidos en las playas de la América libre... Antes de conocerte, aquel mar era para mi mundo, mi encanto, mi amor, mis ilusiones.

El barco que él mandaba quedó abandonado en aquellas distantes e incógnitas playas, pero otros barcos que le habían acompañado en su expedición volvieron a Sevilla y dieron cuenta de todo. Morsamor sabía, pues, que no hallaría paso al Atlántico sino más al Sur de los 35 grados.

La simetría del Atlántico es aún más notable en las corrientes submarinas, en los vientos y brisas de la superficie. Su acción ayuda poderosamente á crear esas analogías y á formar lo que puede apellidarse la fraternidad de las playas.

En la ligera conversación que tuvimos durante el café, supe que aquel reverendo padre hacia la friolera de cuarenta y siete años que arribó á estas playas. Mientras saboreó el café habló largamente con su criado, quien en su larga práctica de quince años que estaba á su servicio, debía conocerle perfectamente sus gustos y necesidades.

Palabra del Dia

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