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Actualizado: 28 de junio de 2025
La sensacion de un momento, acaso confuso, acaso agradable como el tránsito de la vigilia al sueño... ¿Qué se destruye? ¡Un mal, el sufrimiento, yerbas raquíticas para plantar en su lugar otras lozanas! ¿Llamará usted á eso destruir? Yo lo llamaría crear, producir, sustentar, vivificar...
Pero la estrella heráldica que lo llevó a morir entre el humo y el fragor de la metralla, le seguía como un lamento y como el grito de una madre: de ahí que ese hombre que pudo ser monte coronado de flores, viviera por mucho tiempo, errante y vagabundo, sin plantar su tienda, fija la mirada en la isla hermosa, donde no había justicia sin soborno, ni honor sin castigo, ni pan sin mancha.
«No, no te rías; tanto como marquesas no; ni para qué queremos nosotras ser títulas; pero lo que es nuestro coche no nos lo quita nadie... Yo te aseguro que si hoy viene la Jacinta, tiene que subir... Verás qué prontito viene el otro... Claro, cuando no esté aquí su mujer... Me paice a mí que su mujer, de esta hecha se tendrá que ir a plantar cebollino.
Entonces sentía Rafaela grandes veleidades de plantarle; pero, como era caritativa y estimaba además como gloriosa producción de su ingenio y de la energía de su voluntad todos los progresos y mejoras de un espíritu cultivado por ella, resistía a la tentación de plantar a Arturito.
Igual fué también la alegría del P. Miguel que veía ya logrados los sudores del P. Zea, que con tantos trabajos había empezado á plantar aquella viña, y para su fecundidad le llovía del cielo copiosas bendiciones.
Deben ser famosos bailarines de tango. ¡Excelentes muchachos, todos amigos míos!... Vea sus dientes sanos de lobo joven; su pelo, tan abundante, que necesitan aplastarlo con pomada hasta formar dos almohadillas lustrosas. No queda en sus cabezas dónde plantar un cabello más.
La mayor para el trigo, un cuadro más pequeño para plantar habas y otro para el forraje, pues no era cosa de olvidar al Morrut, el viejo y querido rocín. Bien se lo había ganado. Y con la alegría del que después de una penosa navegación descubre el puerto, la familia procedió á la siembra. Era el porvenir asegurado. Las tierras de la huerta no engañaban; de allí saldría el pan para todo el año.
Además llevaba gastados muchos miles de francos en planos del futuro palacio. Pintores, arquitectos y jardineros-paisajistas trabajaban incesantemente para ella, exprimiendo su imaginación y haciendo estudios en el pasado. Quería plantar ante el Mediterráneo un enorme castillo escocés, lo más escocés que pudiera idearse: «una novela de Wálter Scott hecha de piedra», resumía la princesa.
El labrador Toribio viene á su casa, y cuenta que ha plantado un olivo; su mujer Águeda calcula, que, dentro de seis ó siete años producirá el árbol de cuatro á cinco celemines de aceitunas, y que con sus productos podrán plantar un olivar; ella, pues, recogerá las aceitunas, su marido las llevará al mercado en un asno, y Mencigüela las venderá. Suscítase una disputa entre ambos cónyuges.
Hizo colocar otro al lado de aquél y entrelazar sus ramas, plantar lianas entre ellos y con el tiempo ramas y lianas hicieron una red tan compacta como para que mi tío se jactara de tener un original puente rústico, que se podía atravesar sin más peligro que el de enredarse en los gajos y caer al agua.
Palabra del Dia
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