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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Mirad los tiernos pimpollos, mirad cómo al influjo de esa fuerza misteriosa desarrollan las menudas florecillas sus primeras galas, cómo se atavían las margaritas mirándose en el espejo de aquel arroyo, cómo se acicalan... Cállate... Pues no tendrías precio para catedrático... Para catedrático poeta, que es la calamidad de las aulas.

Don José era bondadoso y reposado, D. Fadrique un diablo de travieso; pero D. José no atinaba hacerse querer, y D. Fadrique era amado con locura de ambas chachas, del feroz D. Diego y del ya citado P. Jacinto, quien apenas tendría treinta y seis años de edad cuando enseñaba la lengua de Cicerón á los dos pimpollos lozanos del glorioso y antiguo tronco de los López de Mendoza bermejinos.

Y, sin embargo, mucho más protectoras aún las miradas, las sonrisas y los saludos de su amable esposa e hijas. Era el juicio final. Los dos pimpollos vestían con pintoresca elegancia, y la mamá, a pesar de sus años, no les iba en zaga. Ni feas ni bonitas, pero majestuosas; con esa calma imponente que presta a los seres superiores la conciencia de su gloria.

Casas, palacios, chozas, árboles y cielo, vuelven a mirarse con ansia y con amor en el líquido espejo de las aguas, velado antes y empañado por el frío. La cándida diadema que ciñe las cimas de los montes se derrite, aumentando las corrientes cristalinas. Los árboles, desnudos del verde follaje, brotan de improviso frescos pimpollos y renuevos lozanos, vistiéndose de tiernas y relucientes hojas.

Dios te colme de santas bendiciones Apretando los duros eslabones Que separan del vicio á la virtud, Y tierna madre, enamorada esposa, Mire brotar pimpollos de mi rosa Para aliviar mi ingrata senectud.

Sally trata del suceso en el capítulo XCI de sus Memorias ó Royales Oeconomies, y de lo mucho que daban que hablar las circunstancias. El vulgo suponía que el diablo se había llevado á esta señora, aventajada discípula suya en las artes mágicas. Dejó dos hijas: los ángeles con tan pocos pimpollos de la carta.

Á orillas del Garona veremos después el villorrio de Bazán, donde me detuve tres días á mi regreso de la última campaña; y la culpa fué de las hijas del talabartero del lugar, tres pimpollos á cual más rozagante y á las cuales palabra de casamiento. ¿Á las tres? El diablo enredó las cosas de manera que no hubo medio de dejar una ó dos buscando novio.

Mostrábase, , muy satisfecho cuando lograba ver a las dos muchachas, tan lindas y frescas como dos pimpollos; ellas pasaban a su lado, plegando las faldas vaporosas de miedo de mancharlas y haciendo un gestito de desagrado con la boca encantadora. En cuanto a su hermano, nunca le vió y si llegaba a columbrarle en la calle, escabullíase avergonzado.

Arrebata el viento el polen de una flor, lo deja caer en otra de la misma especie, y de allí a poco brotan nuevas yemas y pimpollos. Sacude el céfiro el ramaje de la palmera macho, y llevando un algo misterioso de ella a la palmera hembra, la hermosea y fructifica. ¿Acaso se tacha de inmoral al botánico que lo observa y escribe?

Palabra del Dia

hociquea

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