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Actualizado: 27 de junio de 2025
Damián se adelantó muy sereno, cruzando con el turbado jockey un guiño picaresco, un gesto de pillo redomado, que vio muy bien la condesa, sintiendo, a pesar de su vergüenza, que se le sublevaba allá por dentro lo poco de gran dama que quedaba en ella. Pase vuestra excelencia, señora condesa dijo.
El lenguaje al par candoroso y achulado de la menestrala, su inexperiencia amatoria y su tipo mitad picaresco y distinguido, le sorbieron el seso; casi llegó a temer haberse enamorado de veras, cuando a las pocas semanas la dejó por otra, no sin endulzarle el disgusto a fuerza de generosidad.
A la novena no faltaban; se desparramaban por las capillas y rincones de San Isidro, y terciando la capa, el rostro con un tinte romántico o picaresco, según el carácter, se timaban, como decían ellos, con las niñas casaderas, más recatadas, mejores cristianas, pero no menos ganosas de tener lo que ellas llamaban relaciones.
Carlota la contemplaba con sonrisa benévola y le decía por lo bajo: ¡Calma, niña, calma! ¡Sí, sí, calma!... ¡Que te pasase a ti lo que a mí me está pasando! exclamaba con coraje, esforzándose en apagar la voz. Buenas noches, Carlotita dijo en aquel momento Timoteo, tratando de dar a su voz gangosa acento picaresco. No se las he dado antes porque la veía a usted muy entretenida.
La propia Teletusa, acompañándose con la vihuela, cantaba deliciosos villancicos y coplas. Ora cantaba Dos ánades madre Que van por aquí. Ora por lo sentimental y lo tierno, coplas como esta: Pues que jamás olvidaro No puede mi corazón Si me falta galardón ¡Ay que mal hice en miraros! Ora, por último siguiendo el estilo picaresco, aquello de
Leyó el papel que en tales confusiones y en tal pelea con su razón la ponía, doña Guiomar a su doncella, y esta, sonriendo a lo picaresco, empero con el gracejo de sus pocos años y de su doncellil belleza, la dijo: ¿Pues hay más, sino que yo arremeta al rodrigón García, y le tome prestado un traje, y me pinte, y en blanca nieve convierta lo negro de mis cabellos, y de García acompañada, y de muchacha trocada en rodrigón viejo, a esas calles de Sevilla me eche, y busque, y averigüe, y con vuestro enamorado me tope, y le arme una trampa en la que caiga antes de que en el empeño, que a él pudiera costarle caro y a vos, se meta?
Mas nada me divertía tanto como ver a cada instante en la puerta de un jardín, dos mandarines panzudos que para entrar se hacían infinitas zalemas y cortesías, sonriendo, todo un ceremonial dogmático, que les hacía oscilar de un modo picaresco sobre las espaldas las largas plumas de pavo.
A lo que él respondió, con aire picaresco: ¡Jem! ¡Jem! No lo sé. Pudiera ocurrir. Después contempláronse riendo, y las niñitas vestidas de azul, de verlos reír, reían, y en su rincón reíanse también a su manera, los canarios. Dicho sea entre nosotros, creo que el olor de las cerezas las había embriagado a todos una miajita. Cuando salimos el abuelo y yo, caía la tarde.
Era la valerosa pitillera chiquita y delgada; tenía a la sazón el rostro encendido, ladeado el tricornio, y con picaresco ademán repicaba un pandero roto ya, y muy engalanado de cintas. Ana y Amparo figuraban entre los grumetes. La Comadreja hacía un grumete chusco, travieso y cínico; Amparo, el más hermoso muchacho que imaginarse pueda.
Una mirada de profunda antipatía era lo único que a veces dejaba entrever el pugilato espiritual de aquellos dos atletas del pensamiento. Villalonga, que era observador muy picaresco, aseguraba haber descubierto entre Aparisi y Casa-Muñoz un antagonismo o competencia en la emisión de palabras escogidas.
Palabra del Dia
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