Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 5 de octubre de 2025
En cambio, dentro de casa, aumentaban sus gracias sobremanera; sus movimientos eran sueltos y desembarazados, los ojos adquirían brillo y animación y todo su cuerpo cobraba una libertad que perdía así que ponía el pie en la calle. Barría sin apresurarse, con firmeza y sosiego, como quien cuenta siempre llegar a tiempo, tarareando muy bajito un pasacalle.
Los cinco días siguientes hizo una tormenta tan deshecha, refrescando el viento de hora en hora, que á hallarnos en playa, se perdía todo el armada sin remedio alguno.
Estaba en sus brazos sin saber lo que hacía y sin pensar en lo que me decía Juana, á la que escuchaba aturdida sin otra sensación que la del agrado que producen las muestras de cariño después de una agresión brutal y de la espera indefinida de un amante infiel... Pasaba el tiempo y yo perdía la esperanza de verte volver.
Desde aquí había escrito a Núñez una carta anunciándole que estaba resuelta a cortar el lazo amoroso que los unía. No queriendo decirle el motivo real que a ello le impulsaba y no siendo extremadamente hábil en el género epistolar, se perdía en una serie lamentable de frases sin sentido, reticencias y exclamaciones inútiles.
Sin embargo, el general, como estratégico consumado, no perdía de vista a Mariana, esperando cualquier incidente favorable para caer de nuevo sobre ella. Se decía en los periódicos que iba a ser nombrado ministro de la Guerra. Este cargo, sin duda, le daría más prestigio y autoridad para entrar a rebato en cualquier parte.
La nota, que repercutía sobre sí misma, enredándose y desenredándose, como un hilo sonoro, se perdía subiendo y se desvanecía alejándose para volver descendiendo con timbre grave. Parecía emitida por un avecilla, que se remontara primero al Cielo, y que después cantara en nuestro propio oído.
No se le curó el miedo; en cambio le quedó desde entonces una propensión fatal a los síncopes y a los terrores nocturnos. Despertábase de improviso con señales de gran espanto, mirando fijamente a un punto del espacio, como si tuviera delante algún fantasma. El corazón le palpitaba vivamente, la frente se le cubría de sudor. En tales momentos perdía por completo la conciencia.
Doña Paula y don Fermín hablaban poco; se defendían por acuerdo tácito; empleaban el mismo sistema de resistencia sin comunicárselo. Estaba la madre irritada. «Su hijo la engañaba, la perdía. Por allí iba a romper la soga; por allí hacía agua el barco.
Dirigió éste por largo rato los gemelos a Raimundo de un modo impertinente y hasta provocativo. Nuestro joven le pagó con algunas inocentes miradas de curiosidad, porque no tenía el honor de conocer al terror de los maridos. Comprendiendo que su hermana estaría impaciente, aunque desde el palco no la perdía de vista, se alzó de la silla para despedirse.
Acabada la comida, se fueron solos todos, porque en toda esta caterva no habia dos que se pudieran sufrir, ni se hablaban mas que en las casas de los ricos que á su mesa los convidaban. Creyó Babuco que poquísimo se perdia con que pereciese toda esta landre en la general destruccion.
Palabra del Dia
Otros Mirando