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Actualizado: 3 de julio de 2025
Arrodillada en medio de aquel solitario templo vimos á una guapísima peregrina, demasiado hermosa, limpia y elegante para penitente, ó, cuando menos, para excitar ideas de penitencia. Y es cuanto recuerdo de la mejor casa que los Jesuítas tuvieron en España. Esta frase no me pertenece: se la oí al ya difunto Padre Manrique.
Estando en hábito de penitente se le leyó su sentencia con méritos, abjuró de levi; advertido, reprendido y conminado fue condenado en quinientas libras y en dos años de destierro en una Villa, confinación en la isla, pena de diez años de galeras.
La devota sumisión á su mujer añadía á dicha calidad de correcto una tintura de mansedumbre. Don Valentín había sido en su mocedad muy buen católico, pero sin fervor penitente y sin inclinaciones místicas y contemplativas. Ahora, por no desazonar á su mujer, se esforzaba por remedar á San Hilarión ó á San Pacomio.
El recordaba añejas historias que había leído o escuchado referentes a Toledo, lúbricas historias que desprendían, como ropas de amantes, un olor de fiebre y de lascivia. Por eso aquella ciudad le hablaba ahora con el lenguaje de su propio dolor, cual si fuera el trasunto corpóreo de su alma. Toledo era la ciudad arrepentida y penitente, la ciudad expiatoria.
A su tiempo volverá todo. Menos el visitar a doña Petronila. No me pregunte usted por qué, pero estoy resuelta a no volver a casa de esa señora. Y... nada más. No puedo ser más larga. Acabo de cenar. Su más fiel amiga y penitente agradecida. Ana Ozores». «P. D. ¿Qué se conoce que tengo buen humor? También es verdad. Me lo da la salud.
No siga usted. ¡Virgen del Carmen! Está usted muy dañada. Parecíame a mí prosiguió la penitente sin poder contener la efusión de su sinceridad , que aquel hombre me pertenecía a mí y que yo no pertenecía al otro... que mi boda era un engaño, una ilusión, como lo que sacan en los teatros. Calle, cállese por Dios...
Se me figura dijo el pintor a Beatriz , que tu amiga la señora de Aymaret es quien ha operado el milagro. Eso mismo me imagino yo respondió Beatriz. Lo que me llama más la atención es que anteanoche en el teatro, sin ir más lejos, de todo tenía cara menos de penitente.
Leonor Cortés, Doncella, hija de Agustín Cortés, mayor, difunto, mercante de oficio y de Mariana Moyá, su mujer, natural y vecina de esta Ciudad, de edad de veinte y dos años, fue presa por delito de judaismo. Salió en forma de penitente con su sambenito y vela verde en las manos.
Yo... la dotrina replicó la penitente temblando... muy mal. No sé nada. El capellán no hizo aspavientos. Al contrario, le gustaba que sus catecúmenos estuvieran rasos y limpios de toda ciencia, para poder él enseñárselo todo. Después meditó un rato, las manos cruzadas y dando vuelta a los pulgares uno sobre otro. Fortunata le miraba en silencio.
Estando en forma de penitente se le leyó su sentencia con méritos, abjuró de levi, y advertido, reprendido y conminado, fue condenado en quinientas libras y en cuatro años precisos de destierro en una Villa, con confinación en el Reino, pena de Galeras por diez años.
Palabra del Dia
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