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Actualizado: 11 de octubre de 2025
Se parece a mí: yo creo que por esto me he venido a morar junto a ella. Ya te he dicho que es un estruendo grande de cosas mundanas el que la rodea; ahora añadiré que bajo sus portales, casi en su mismo recinto, hay unas tiendas de máquinas de coser y de paraguas. Además, junto a ella hay un gran salón donde gritan y corren jugando a la pelota.
Hablaba en valenciano á los muchachos, regalándoles el fruto de su experiencia. Debían creerle á él, que había visto mucho. En la vida, paciencia para vengarse del enemigo; aguardar la pelota, y cuando viene bien, jugarla con fuerza. Y al dar estos consejos feroces guiñaba sus ojos, que en el fondo de las profundas órbitas parecían estrellas moribundas próximas á extinguirse.
Pero á falta de este recurso, apeló á un zurriago que para los grandes lances estaba colgado en la pared, detrás de la mesa, y se fué con él encima del primer grupo de amotinados que jugaban á la pelota y habían derribado ya con ella el tintero magistral.
Júntanse muchos en la plaza con buen orden, echan al aire una pelota, y luego, no con las manos, sino con la cabeza, la rebaten con maravillosa destreza, arrojándose aún en tierra para cogerla.
Me casaron agregó Fortunata, volviendo a hacer una pelota con el pañuelo me casaron sin que pueda decir cómo. Creí que me convenía y que podría querer a mi marido.
A falta de personas formales los niños tomaban posesión del paseo, utilizándolo para los juegos del aro, de la cuerda, de la pelota, pío campo, escondite, y otros no menos respetables, tan respetables, por lo menos, y por de contado más saludables, que los de el ajedrez, tresillo, ruleta y siete y media con que los hombres se divierten.
Los niños de hoy, convertidos en viejos, harían memoria de cómo aprendieron á jugar á la pelota con unos soldados llegados de una tierra de prodigios al otro lado del mar; las muchachas, hechas abuelas, se acordarían nostálgicamente del novio americano que tuvieron.
Sin contar la pelota, que todas los pueblos la juegan, y entre los indios era una pasión, como que creyeron que el buen jugador era hombre venido del ciclo, y que los dioses mexicanos, que eran diferentes de los dioses griegos, bajaban a decirle cómo debía tirar la pelota y recogerla. Lo de la pelota, que es muy curioso, será para otro día.
Delante iban los más pequeños, y detrás los mayores; el capellán, el inspector y los demás profesores cerraban la marcha. Cuando llegaban a un paraje solitario y apartado, se hacía alto y se rompían filas. Durante una hora entregábanse todos a los juegos peculiares de la infancia, el salto, la pelota, la peonza, etc.
Dia 2. De mañana se hizo buscar la pelota, y se consiguió el hallaria y sacar todo lo que en ella habia,
Palabra del Dia
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