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Actualizado: 11 de julio de 2025


Cuando entró Fortunata, el juego del hilo y de la pelota estaba suspendido, por ley de variedad, y D. Evaristo tenía en la mano su bilboquet, saltando la bola, y acertando muy raras veces a clavarla en el palo. Dos o tres gatitos blancos con manchas grises enredaban sobre el buen señor.

Tiene de ancho este rio mas de 300 varas en dicho paso y todo á nado. En este mismo dia se determinó mandar una partida de 10 indios con un cabo de los nuestros y dos soldados, los que pasaron á nado en sus caballos, llevando la ropa en una pelota de cuero, y los indios en unos palos á modo de balsa, la que iba amarrada á la cola de un caballo.

Ahora bien, ¡mira, mira lo que me pasa por ser demasiado prudente! Al decir esto, arrancó la rama que estaba apretando, y la hizo una pelota dentro de la mano. ¿Pero estás celoso de veras? le preguntó ella, con acento entre burlón y cariñoso.

Reíos de ; pero al mismo tiempo pensad en el modo de probarme que un corazón ocupa menos espacio en la totalidad del universo que los quinientos diez millones de kilómetros cuadrados de la pelota de tierra en que habitamos.

« Otra vez dijo fué a Idiazabal, donde había un partido de pelota, y llegó tarde a la posada, cuando ya todos estaban sentados. El amo le dijo: No hay sitio para ti, Fernando, ni probablemente tampoco habrá comida. ¡Bah! replicó él . ¡Si me diérais de balde lo que sobre! Pues nada, todo lo que sobre para ti. Se paseó Fernando por el comedor.

Luego, cuando estaba acampado en el extremo de la isla, esperando que el Océano se amansase para emprender la travesía audaz, cayeron sobre él otros indios, que determinaron matarlo. Pero mientras jugaban su vida a la pelota pudo escaparse, y volvió otra vez al campamento, tras una ausencia de quince días, cuando Colón le creía muerto o en Santo Domingo.

Pero describámosla. Era una mujer como de sesenta años, ó por mejor decir, una pelota con pies, cabeza y brazos: morena, encendida y basta, con la nariz gruesa, los labios gruesos, los ojos pequeños y colorados, el izquierdo bizco, y los escasos cabellos, rubios entrecanos.

Todos los juegos no son tan viejos como las bolas, ni como las muñecas, ni como el cricket, ni como la pelota, ni como el columpio, ni como los saltos. La gallina ciega no es tan vieja, aunque hace como mil años que se juega en Francia.

Los domingos, después de la misa, los aldeanos endomingados, con la chaqueta al hombro, se reunían en la sidrería y en el juego de pelota; las mujeres iban a la iglesia, con un capuchón negro, que rodeaba su cabeza. Catalina cantaba en el coro y Martín la oía, como en la infancia, cuando en la iglesia de Urbia entonaba el Aleluya.

Como presumía de buen cuerpo y usaba corsé dentro de casa, aquella parte que le faltaba la suplió con una bien construida pelota de algodón en rama. A la vista, después de vestida, ofrecía gallardo conjunto; pero tras de la ropa, sólo la mitad de su seno era de carne; la otra mitad era insensible y bien se le podía clavar un puñal sin que le doliese.

Palabra del Dia

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