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Volvió a mirar a su marido, y notando en él una como sonrisilla de hombre de mundo, le dio un pellizco acompañado de estos conceptos, un tanto airados: «, la palabra de casamiento con reserva mental de no cumplirla, una burla, una estafa, una villanía. ¡Qué hombres!... Luego dicen... ¿Y esa tonta no te sacó los ojos cuando se vio chasqueada?... Si hubiera sido yo...».

Sinang varias veces castañeteó y su madre no la pellizcó, quizás porque estuviese abismada ó porque juzgase que un joyero como Simoun no iba á tratar de ganar cinco pesos más ó menos por una exclamacion más ó menos indiscreta. Todos miraban las piedras, ninguno manifestaba el menor deseo de tocarlas, tenían miedo. La curiosidad estaba embotada por la sorpresa.

La dócil y vetusta zagala obedeció y alzándose de su asiento pasó por delante del mayordomo y Bartolo. Entonces el primero al cruzar la pellizcó en una pierna. Maripepa lanzó un grito. Regalado, con increíble malicia, se volvió hacia Bartolo y le amonestó severamente. ¡Cuidado, Bartolo! No hagas esas cosas, que todavía no tienes derecho á ello.

Pero tal expresión soberbia y feroz hacía aún más incitante su hermosura, porque gusta particularmente á la humana naturaleza lo inaccesible, y porque es opinión muy seguida entre los sabios que vale más el pellizco de la mujer arisca que el beso de la tierna. Miss Florencia, después de sentarse en la butaca, quedó con los ojos clavados en la lumbre.

La chica se fijó en la intención del pellizco porque se había fijado en el tratamiento. ¡Le había llamado de ! Esté usted tranquila; no va con usted nada respondió don Álvaro... ya arrepentido de haber cedido al ruego tácito de Anita.

No hay en Madrid una mujer que le ponga el pie delante en hermosura, en garbo, en salero.... ¡Qué ojos! ¡qué cejas! ¡qué boquita de rosa!... ¡Hasta las orejas! ¡Mira qué primor de oreja!... Me las comería cada una de un bocado.... ¡Uy! ¡uy! ¡uy! Nati le había echado un feroz pellizco en el brazo. Para que no vuelvas a echar piropos a nadie delante de tu mujer dijo medio en serio, medio burlando.

La vieja lo notó, y la tiró desabridamente del traje, y es muy probable que la sermoneara con algun pellizco, esos pellizcos afectuosos que las madres dan á las hijas. El caballero quiso replicar.... ¡Aquí fué Troya! La vieja no sabia cómo estar sentada; sudaba; se llevaba las manos a la cabeza; paladeaba contínuamente, porque sin duda se le secaba la saliva en la boca.

Les largaba dicharachos de los nuestros, con algún que otro pellizco para apreciar la dureza de sus blusas. ¡Cuestión de pasar el rato! Y ellas abrían los ojos y se sonrojaban diciendo: «Ia... Ia...». Le he de llevar a usted mañana, cuando no nos vean. Yo le presentaré: no tenga usted miedo. ¡Si soy lo más amigo!...

El calor femenil de esta carne suave, que le acariciaba con su contacto por debajo de la mesa, le irritaba como un peligro difícil de vencer. Siéntate, ladrón; si te meneas, de un pellizco te arranco el alma.

Y al mismo tiempo le propinaba otro bárbaro pellizco que el bienaventurado Jacinto recibía con el mismo éxtasis y recogimiento. ¿Viniste por Entralgo? No, vine por el monte á caer sobre Rivota. Has hecho bien, porque podías tropezar con los mozos de este pueblo que son muy burros. El joven se encogió de hombros con profundo desprecio. Los mozos de Lorío no me hacen á daño.