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Actualizado: 1 de julio de 2025
Los malos tratos y la violencia de las escenas que con su padre tenía a todas horas llegaron a tal extremo que un día declaró a su confesor hallarse resuelta a no padecerlos más tiempo. Tenía el propósito de entrar en el convento a despecho de todos los obstáculos que se le presentasen. Si el P. Gil la ayudaba en su empresa, se escaparía de la casa paterna y entraría inmediatamente en la de Dios.
El mueblaje consistía en algunas sillas macizas, en cuyos respaldares había esculpidas guirnaldas de flores de roble; en el centro había una mesa del mismo estilo que las sillas, todo del tiempo de la Reina Isabel de Inglaterra, ó quizás anterior á él, y traído de la casa paterna del Gobernador.
Recuerdos de 1870-71: traducción del mismo. Un volumen, 3 pesetas. La vida militar: bocetos, primera serie, traducción del mismo. Un volumen, 3 pesetas. La vida militar: nuevos bocetos, segunda serie, traducción del mismo; 3 pesetas. Novelas: traducción del mismo; 3 pesetas. Contiene: Camila. La casa paterna. Furio. Manuel Menéndez. Un gran día. Alberto.
Ir a reposar mi cabeza calva y mi corazón ulcerado a la sombra de los tilos de la casa paterna. ¡Allí no me contarán por delito el haber tenido piedad de un moribundo!» Después de una pausa de algunos instantes, el desventurado hizo un esfuerzo. «Vamos, Treu; vorwarts, vorwarts» . Y el viajero y el fiel animal prosiguieron su penosa jornada.
La noche era calurosa, y ellos, habituados al encierro y el silencio de las Claverías, sentían la alegría de la libertad permaneciendo en aquel balcón, con Toledo a sus pies y la inmensidad del espacio ante sus ojos. Sagrario, que no había salido del claustro alto desde que volvió a la casa paterna, contemplaba el cielo con admiración. ¡Cuántas estrellas! murmuró, como si soñase.
Pero, niño... ¡si estás tamaño! Tomé por calles que conducían a la casa paterna. En ella debían vivir mis tías. Nadie me había dicho lo contrario hasta que Andrés me detuvo: ¿A dónde vas? ¿Ya no conoces tu tierra? A casa. Si ya no viven donde antes. ¿Pues dónde?... Por aquí.... Echándome el brazo me impulsó a seguir por una callejuela. ¿Cuándo mudaron de casa? ¡Uh! ¡Hace tiempo!
El desconsuelo de aquella honrada mujer y el recuerdo de la cariñosa abnegación que la debla, eran el único vínculo con que la hija de los marqueses de Montálvez se sentía ligada a la casa paterna a medida que iba alejándose de ella por el camino de Francia. No era suya la culpa. Su corazón no podía dar otro fruto que el de las semillas que se habían depositado en él.
Solía llevar a San Juan y Mendoza arreos de ganado de la estancia paterna, que tenían siempre la misma suerte; porque en Facundo era el juego una pasión feroz, ardiente, que le resecaba las entrañas. Estas adquisiciones y pérdidas sucesivas debieron cansar las larguezas paternales, porque al fin interrumpió toda relación amigable con su familia.
Es verdad que más allá de las islas y los mares, á través del follaje de los álamos, veíamos sobre la colina el rojizo tejado de la casa paterna; pero, encantados en el fondo de saber que estaba tan cerca, hacíamos como que ignorábamos tal cosa, creyendo haberla dejado al otro lado del globo.
Y pensaba en su hermano el médico, que vivía retirado en la casa paterna, allá en la Marina, un hombre excelente pero algo loco, al que llamaban el Dotor las gentes de la costa y el poeta Labarta apodaba el Tritón. Cuando de tarde en tarde aparecía el Tritón en Valencia, la hacendosa doña Cristina modificaba el régimen alimenticio de la familia. Este hombre sólo comía pescado.
Palabra del Dia
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