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Actualizado: 29 de julio de 2025
Y enarbolando la caña empezó á repartir sonoros golpes: al uno por el pellizco y al otro por «impropiedad de lenguaje», como decía bufando don Joaquín sin parar en sus cañazos.
»Ya sabe usted que mi amada Magdalena ocultaba bajo su melancólica apariencia un corazón que no estaba reñido con la jovialidad y la alegría. No tardamos mucho rato en venir a parar al tema eterno y hablamos del matrimonio, aunque sin hablar ni una palabra de amor. »¿Qué cualidades había que poseer para conquistar el corazón de Magdalena? ¿A qué encantos podría rendirse el mío?
La maligna Amaranta reíase a hurtadillas de mi embarazo, y más atizaba con sus artificiosas palabras la inclinación y repentino afecto del inglés hacia mi persona. Hoy dijo lord Gray hay en Cádiz gran cuestión entre españoles e ingleses. No sabía nada exclamó Amaranta . ¿En esto ha venido a parar la alianza? No será nada, señora.
El trineo, por el estrecho camino, se inclina á veces hacia la pared de la montaña, á veces hacia el precipicio; porque el abismo está allí, se pasa por su borde, se le sigue á lo lejos en perspectivas inmensas, como si al caer debiera irse á parar á otro mundo.
4 Vi que el carnero hería con los cuernos al poniente, al norte, y al mediodía, y que ninguna bestia podía parar delante de él, ni había quien escapase de su mano; y hacía conforme a su voluntad, y se engrandecía.
Yo sospechaba desde el principio á dónde iba usted á parar, señor Carrascosa: pero quise aguardar á que se explicase dijo Salomé con mucho desdén. Señoras, veo que son ustedes inflexibles. Conozco mucho la noble entereza del carácter de ustedes y el tesón de sus principios para insistir más sobre este punto.
Se les dejó a los dos una chaqueta para envolver el brazo izquierdo y parar los golpes. Fué un combate terrible, en que los dos enemigos saltaban, se agarraban, se mordían. Varias veces Silva Coelho tuvo sujeto por los pelos a Chim e intentó herirle; pero entonces el malayo se acercaba al portugués, hasta estrecharse con él, y le mordía en la muñeca, y el otro tenía que soltar la cabellera.
Estaba visto que el señorito tenía que parar en esto. Mi poca energía tiene la culpa. Con riesgo de la vida debí barrer esa canalla, si no por buenas, a latigazos. Pero yo no tengo agallas, como dice muy bien el señorito, y ellos pueden y saben más que yo, a pesar de ser unos brutos.
El gran zorro, cuando entiende que ya no le ven desde el pueblo, revuelve muy solapadamente y trata de meterse otra vez por él, pero le da vergüenza, y antes de llegar se aparta un poco y va a parar a alguna aldea próxima del mismo concejo. Jamás siguió una carrera franca y abierta.
Hoy, el mar se industrializa por momentos; el marino, en su barco de hierro, sabe cuánto anda, cuándo va a parar; tiene los días, las horas contadas...; entonces, no; se iba llevando la casualidad, la buena suerte, el viento favorable. En aquel tiempo, todavía el mundo estaba mal conocido, todavía había derroteros tradicionales y una inmensidad de Océano en blanco jamás visitado por el hombre.
Palabra del Dia
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