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Actualizado: 20 de mayo de 2025
El humo de la habitación comenzaba a asfixiarlo y un terror frío e indescriptible cerró sus labios y paralizó sus movimientos; un temor instintivo no le permitía moverse; prefería la duda, la inmovilidad, antes de acelerar el desenlace espantoso de aquella noche de abandono y de insomnio. En esa situación volvió a llamar tímida, cariñosamente, a Graciana, pero, como antes, nadie le respondió.
Dios había pensado, y el pensamiento de Dios non plus ultra, de suyo paralizó de golpe a la razón y al pensamiento humano, pues, en su calidad de ser todopoderoso, Dios no estaba obligado a ser razonable, ni justo, ni bueno, ni acertado, y como quiera que fuese, los hombres estaban obligados a obedecerle ciegamente, so pena de condenación eterna, como al papa, que tampoco tiene obligación de ser el más sabio de los hombres y asimismo tiene el derecho de ser infalible.
Experimenta casi la dolorosa opresión que paralizó su corazón y anudó su garganta a su entrada en el salón profusamente iluminado. Muchos niños están ahí acompañados de sus madres o de sus padres; él está solo y se siente pequeño, triste, desgraciado.
Y abriendo la verja del coro, entró en él con una decisión que paralizó al campanero. El zapaterillo, con su aspecto de borracho taciturno, fue el único que le siguió. ¡El pan de mis hijos! murmuraba con lengua estropajosa . ¡Quieren robarlos...! ¡Quieren que sigan pobres...!
Hubiera matado a doce cobardes; así paralizo el valor de diez mil bravos, porque en tu dulce país se pelea valientemente contra los hombres, pero aun se teme al diablo... Ya lo saben los frailes; así ellos se sirven de Dios como yo de Satanás, Blasillo. Ves, otra comedia. Blasillo no respondió nada, pero preguntó al gitano qué es lo que pensaba hacer.
Una vergüenza inmensa, infinita, corrió por todo su ser hasta las últimas fibras y le paralizó enteramente. D.ª Carolina, con una rápida ojeada, advirtió su estado lastimoso. No creas que esto es puñalada de pícaro. Te habla así Pantaleón por mi boca porque tiene confianza en tu honradez, en tu dignidad, en que sabrás cumplir perfectamente tus obligaciones.
Para no caer, quiso agarrarse á una cuerda, á un madero, á cualquier objeto fijo; pero su movimiento fué inútil: se sintió arrastrado, volteado, golpeado en una obscuridad mugidora y giratoria. Un frío mortal paralizó sus miembros. Sus ojos cerrados vieron un cielo rojo, un cielo de sangre con estrellas negras.
Palabra del Dia
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