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Actualizado: 22 de junio de 2025


Este bazar, de gran fachada y de fondos negros y vacíos si no de telarañas y de sogas de esparto, de escobas de palmiche, un poco de herraje basto, otro poco de loza de Talavera, dos sartas de cencerrillos y otros pocos más de incongruencias por este arte, tiene, como usted recordará, un gran papagayo de cartón pintorroteado encima del letrero que corona su escaparate.

«Dígale por Dios a la Superiora que estoy arrepentida y que me perdone... que yo cuando me da el toque y me pongo a despotricar soy un papagayo, y la lengua se lo dice sola. Sáqueme pronto de aquí, y trabajaré como nunca, y si me mandan fregar toda la casa de arriba a abajo, la fregaré.

»Lo que no ha podido quitarle La cotorra de El Valenciano al Bazar del Papagayo, es la tertulia de prima noche, lo mismo en invierno que en las demás estaciones del año, pero principalmente en la de invierno. Allí acuden puntualísimos, en cuanto comienza a anochecer, el párroco y los dos coadjutores, el médico viejo don Cirilo, el procurador Ajete, el abogado Canales, y Chichas, antiguo y ya retirado tendero de la plazuela del Maravedí, donde hizo el capitalejo con que ahora vive de holgueta.

Eso no sería fácil en tan corto espacio de tiempo. Lo que quiero contarte, puesto que confío en tu discreción, es lo siguiente: Has de saber que Su Eminencia, que es hombre activo, envió ayer mismo un mensaje a la Corte, para que viniese en seguida uno de los mejores joyeros y restaurase cuanto antes el desperfecto causado al papagayo.

Entonces, al llegar junto a la cama, una cosa horrible; estirado, a través de la colcha, yacía la figura del Mandarín muerto, vestido de seda amarilla, con la coleta suelta, y entre las manos, como muerto también, tenía un papagayo de papel. Abrí desesperadamente la ventana. Todo desapareció y sólo hallé sobre mi lecho, un viejo paletó. Entonces comenzó mi vida de millonario.

Y Mariskoff repitió, sacudiendo la ceniza de la pipa: ¡Ese es su hombre, Teodoro! ¡Mi hombre! murmuré sombríamente. ¡Era tal vez «mi hombre», ! Mas no me seducía ir a buscar su familia, en la monotonía de una caravana, por aquellos desolados rincones de la China. Además, desde mi llegada a Pekín, no había vuelto a ver la sombra odiosa de Ti-Chin-Fú y su cometa en forma de papagayo.

Estaba en su jardín, sosegadamente, armando, para lanzarlo al aire, un papagayo de papel, pasatiempo honesto de un Mandarín jubilado, cuando le sorprendió ese «tilín-tín» de la campanilla. Ahora yace a orillas de un arroyo susurrante, vestido de seda amarilla, muerto sobre la hierba verde, con la panza al aire, y en sus manos frías tiene su papagayo de papel, que parece tan muerto como él.

Basilio la recitó de cabo á rabo, sin tropezar en una f; motejóle el profesor de papagayo, contó un cuento que hizo reir de buena gana á toda la clase, y para aumentar más la hilaridad y justificar legitimidad del apodo, hizóle algunas preguntas guiñando á sus favoritos como diciéndoles: «Vais á ver como nos vamos á divertir

Es mona por una parte de suyo imitadora; vive de remedo. Mira al amo de hito en hito: ¿hace éste un gesto? miradle reproducido como en un espejo en la fisonomía del ministerial. ¿Se levanta el amo? La mona al punto monta a caballo. ¿Se sienta el amo? ¡Abajo la mona! Es papagayo por otra parte; palabra soltada por el que le enseña, palabra repetida.

Curioso esta leyó unas palabras que no significaban nada, y parecian fines de verso. Como era aficionado á la poesía, y que siempre se puede sacar algo con los príncipes que gustan de coplas, le dió en que pensar la aventura del papagayo.

Palabra del Dia

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