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Actualizado: 31 de agosto de 2025


Nuestra nacion no sufriria que el pueblo francés pusiera el pié en un palmo de nuestro territorio, y consiente á las mil maravillas una invasion completa en otro sentido; una invasion más peligrosa, porque nos conquista ocultamente, por dentro, en el interior de nuestras casas, en el interior de nuestras viviendas, en lo más íntimo, en lo más profundo que tiene el hombre: en la palabra.

A este ya le conoces. Los otros son diputados, que vienen aquí todas las noches. Mientras aguardábamos observé la casa, que era alegre y bonita como todas las de Cádiz. Espaciosas vidrieras cerraban el corredor por el patio, y en las paredes no se veía un palmo de superficie desocupado de cuadros al óleo, representando asuntos diversos, y confundidos los religiosos con los profanos.

Recalde se desnudó, se descolgó por un trozo de escala hasta sostenerse en unas rocas, y él empujando, y Zelayeta y yo tirando de la cuerda, logramos poner la lanchita a flote. A me daba espanto ver a Recalde en medio del agua, y le dije que subiera, pero él afirmó que no corría el menor peligro. El Cachalote tenía entre las costillas una rajadura como de un palmo de larga.

Ayer mismo, en Madrid, me dijeron que iría de nuevo a la cárcel si prolongaba allí mi estancia, y por la tarde tomé el tren. ¿Dónde ir? El mundo es grande; mas para y otros rebeldes como yo se achica, se comprime, hasta no dejar un palmo de terreno en que poner los pies. En la tierra sólo me quedas y este rincón tranquilo y silencioso donde vives feliz.

Y el pobre hombre, que consideraba el no pagar como la mayor de las deshonras, volvía á sus faenas cada vez más débil, más extenuado, sintiendo en su interior el lento desplome de su energía, convencido de que no podía prolongar esta lucha, pero indignado ante la posibilidad tan sólo de abandonar un palmo de las tierras de sus ascendientes.

12 Oyeme, Jacob, y , Israel, llamado mío: Yo mismo, yo el primero, también yo el postrero. 13 Ciertamente mi mano fundó la tierra, y mi mano derecha midió los cielos con el palmo; al llamarlos yo, aparecieron juntamente.

La yerba de los prados estaba crecida un palmo alta, bastante para encubrir el terreno. Empantanaron todos aquellos campos vecinos, por donde juzgaron que la caballería habia de hacer sus primeros acometimientos.

Daba voces: ¡A los capeadores! A ellas vino la justicia; levantáronme, y viendo mi cara con una zanja de un palmo y sin capa ni saber lo que era, asiéronme para llevarme a curar. Metiéronme en casa de un barbero, curóme, preguntáronme dónde vivía, y lleváronme allá.

No abandonaba ni un punto su arriesgado puesto de combate enfrente de las baterías de Satanás, y exponía su noble pecho a las burlas, a las injurias, a la mala interpretación, con tal de defender el baluarte de Cristo en que asentaba su planta, y no dejarse quitar un palmo de terreno, sino antes bien ganar al pecado palmos, varas y leguas. La Pimentosa se turbó al verle entrar.

Más avanzado estaba este original diálogo, cuando un ayudante se presenta, y dirigiéndose a uno de los interlocutores: Mi general le dice... ¡Mi general!... repite el andaluz abriendo un palmo de boca . Pues qué... ¿vos sois el general?... ¡Canario!

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