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Actualizado: 23 de junio de 2025
E Ivona retorcía sus brazos, como si ella hubiese experimentado aquellas atroces convulsiones. ¡Basta, basta! dijo Kernok, que sentía que su lengua se pegaba al paladar. Has herido a tu bienhechor y a tu amante; su sangre caerá sobre ti, ¡tu fin se aproxima! ¡Pen-Ouët! llamó en voz baja.
La lengua se le pegó al paladar, y miraba a D. Romualdo con aterrados ojos. «No es para que usted se asuste, señora. Al contrario: yo tengo la satisfacción de comunicar a Doña Francisca Juárez el término de sus sufrimientos.
12 Si el mal se endulzó en su boca, si lo ocultaba debajo de su lengua; 13 si le parecía bien, y no lo dejaba, sino que lo detenía entre su paladar; 15 Comió haciendas, mas las vomitará; de su vientre las sacará Dios. 16 Veneno de áspides chupará; lo matará lengua de víbora. 17 No verá los arroyos, las riberas de los ríos de miel y de manteca.
El ruido que hizo la tapa al descender, el gemido armonioso del cuero, parecióle una voz irónica que le respondía: «Por eso, por eso mismo». «¡Será posible! murmuró el bueno del capellán . ¡Será posible que la abyección, que la indignidad, que la inmundicia misma del pecado atraiga, estimule, sea un aperitivo, como las guindillas rabiosas, para el paladar estragado de los esclavos del vicio!
Es que el Inglés sabe beber, pero no comer, y tiene el gusto en el estómago, especie de tonel, mas bien que en el paladar. A bordo del Thames se habia reunido una sociedad de las mas heterogéneas. En primer lugar debo citar á nuestro Irlandes del vapor Bogotá, que habia bailado tan alegremente el currulao con las negras lustrosas de la aldea de Regidor, á orillas del rio Magdalena.
A la fruta que encuentro sabrosa, le quito sin mucho trabajo los honores del sabor; y considerándola filosóficamente, no tengo inconveniente en admitir que en ella no hay nada semejante á este sabor, y sí tan solo, que está compuesta de tal suerte que afecta el órgano del paladar de la manera conveniente para que yo reciba la sensacion agradable; pero no puedo quitar á la fruta su extension, no puedo de ningun modo considerarla como una cosa indivisible; no me es dable mirar las distancias de uno á otro punto de ella como meras sensaciones.
Esta satisfacción tenía dos motivos de índole sentimental: que era El Liberal y se publicaba en Sevilla. Al empezar, dije á Manuel Chaves: ¿Por qué no haces una sección tuya, en que nos traigas algo de lo mucho que sabes y conoces, acomodándolo al paladar del público numeroso y al molde especial del público moderno?
Ella la visitaba casi todos los días, y eran muy contados los en que la sacaba para comer en casa, pero solas las dos a la mesa. Cuando Luz vivía a su lado, tenía que llevarla consigo en sus viajes de veraneo, por no saber dónde dejarla más segura. Pero esta atadura cortaba sus vuelos de peregrina elegante, y dejaba su paladar de cortesana a media miel. Ahora sería muy distinto el caso.
No había un solo plato que recordase el armónico curso de una comida ordinaria. El paladar influía en la imaginación, evocando recuerdos de remotos viajes, visiones de países antitéticos. Las confituras exóticas alternaban con los platos calientes: las pastelerías aderezadas con violentos perfumes eran servidas al mismo tiempo que ciertas salsas agrias, picantes ó de intensa amargura.
Por supuesto, el entendimiento se adapta a las creencias en que ha sido amamantado como el paladar a los alimentos, y toda religión es tenida por los que la profesan, y mayormente por los que de ella viven, como el mayor bien posible.
Palabra del Dia
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