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Actualizado: 19 de julio de 2025
Que subsistiese el establecimiento de Rio Negro por lo mucho que se ha gastado en él, y porque puede de allí conducirse sal: pero reducido al Fuerte, y á la cortísima poblacion que buenamente se pudiese mantener á su abrigo; porque mas distante es imposible conseguir que resida pacificamente: debiendo asegurar á V.E. que aun en el Rio Negro, las cortas siembras que se han hecho, y ganado que se ha adquirido, ha sido á fuerza de dinero empleado en aguardiente y bujerías con que á los indios se les ha ido agradando; y con todo ha habido robos de caballadas: siendo preciso que cesen cuanto antes estos gastos, que son de mucho gravámen al erario.
Los vecinos de la villa discurrieron entonces que el tal castillo podía con el tiempo dar ocasión á nuevas luchas y trastornos, si lo dejaban en pie; y no bien terminó aquella guerra civil, lo demolieron pacíficamente con sus propias manos. Vese, pues, que no siempre ha corrido como verdad axiomática lo de si vis pacem, para bellum. Y es cuanto puedo decir de Cantalapiedra.
De cuánto se pueda callar en cinco años, podráse formar una idea aproximada con sólo repasar por la memoria cuanto hemos callado nosotros, mis lectores y yo, en diez años, esto es, en dos cursos completos de Platón que hemos hecho pacíficamente desde el año 23 hasta el 33 inclusive, de feliz recuerdo, en los cuales nos sucedía precisamente lo mismo que en la cátedra de Platón, a saber, que sólo hablaba el maestro, y eso para enseñar a callar a los demás, y perdónenos el filósofo griego la comparación.
Que el consejo de la ciudad, viendo los escandalosos movimientos, y no queriendo usar de rigor, llana y pacíficamente habia hecho requerir á los familiares y gente del obispo, intimándoles se desarmasen y desencastillasen, dejando libres las torres y castillos; á lo que no quisieron ellos condescender, antes por el contrario, obedeciendo á las sugestiones del obispo, siguieron haciéndose fuertes, esperando su socorro, invocando en las torres á su ilustrísima y á la demas gente que en su ayuda venia, á cuyas señales dicho señor y los de su concierto respondieron, con lo cual, creciendo el endurecimiento y obstinacion de sus familiares, empezaron á tirar contra la ciudad y contra los que estaban ocupando la fábrica y obra de la iglesia, donde mataron é hirieron muchos hombres.
Había declarado que no se servía de su arma habitualmente; pero ¿quién sabe de lo que es capaz un torpe dominado por el miedo? Lo menos que podía hacer, era despertar á todo el castillo. ¡Y entonces, escándalo, lucha, prisión acaso! En un momento, el cerebro sobrexcitado de Herminia imaginó muchos dramas. Bobart venía, sin embargo, muy pacíficamente.
No vale en el día de mañana, para disfrutar pacíficamente la posesión de lo comprado, restregar los hocicos del vendedor con la resellada escritura de legítima pertenencia, que si ante la ley le asegura en la posesión, no es suficiente, sin embargo, para librar al poseedor de un litigio cada semana, en el que, por lo menos, pierda la paciencia, amén de algunos dinerillos que suelen irse en pos, por vía de procuración, asesoramiento y demás adminículos de que es costumbre proveer á todo aquel que tiene la mala humorada de pesar sus derechos en la prudente balanza de Astrea.
Repartía el cogulla a diestro y siniestro golpes de cuchara, y ellos se aporreaban para quitarse la ración, y entre manotadas y coces iban logrando la parte correspondiente, para retirarse después a un rincón, donde pacíficamente se lo comían. Yo les miraba con lástima, cuando divisé en el hueco de una puerta una figura que me hizo quedar perplejo y aturdido.
De repente se presenta el Gaucho Malo en un pago de donde la partida acaba de salir, conversa pacíficamente con los buenos gauchos, que lo rodean y lo admiran; se prevee de los vicios, y si divisa la partida, monta tranquilamente en su caballo y lo apunta hacia el desierto, sin prisa, sin aparato, desdeñando volver la cabeza.
Esta ciudad, donde alternan pacíficamente aristocracia, clase media y pueblo, es una real república que los monarcas se han puesto por corona, y engarzadas en su inmenso circuito, guarda muestras diversas de toda clase de personas. La primera vez que D. Manuel Pez y yo fuimos a visitar a Bringas en su nuevo domicilio, nos perdimos en aquel dédalo donde ni él ni yo habíamos entrado nunca.
Palabra del Dia
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