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Siempre he tenido la intuición de esta gran verdad, que nutrió al pueblo más grande que ha pisado la tierra y produjo el arte más asombroso. En casi todas mis obras se hallará como tendencia más o menos ostensible. Desgraciadamente, como la reflexión y el estudio no la habían confirmado, me aparté de ella en diversas ocasiones.

Una red inescrutable de callejuelas oscuras y estrechísimas, de patios húmedos ó infectos, de calles tapadas ó laberintos sin salida, de cuevas y guaridas horribles, con alguna que otra plazuela que horripila por su mugre, tal es la estructura exterior ú ostensible del barrio de la muerte que se llama San-Gil!

La ciudad de San-Gall, poco feliz por su situacion para ofrecer de léjos un panorama ostensible, es sinembargo, por sus graciosos pormenores ó rasgos, una de las mas pintorescas y bellas ciudades de Suiza.

Este fué el único cambio ostensible en su vida. ¿Qué extrañas armonías existirían entre el alma de Siles y su carrick? ¿Por qué este hombre, en vez de adquirir otro más adecuado indumento, se envolvió en aquella prenda grotesca de grandes cuadros negros sobre fondo amarillo?

Sea por esto o, lo que es más probable, por la bien declarada y proverbial fealdad de su figura, tampoco los indianos picaron la carnada del anzuelo. Y eso que, con motivo o sin él, solía descotarse más de la cuenta para hacer ostensible lo que, según voz pública, tenía de menos malo en su cuerpo.

Tal vez había sido providencial aquella aventura de la barca de Trébol. Si al principio, por ser tan niña, no había sacado ninguna enseñanza de aquella injusta persecución de la calumnia, más adelante, gracias a ella, aprendió a guardar las apariencias; supo, recordando lo pasado, que para el mundo no hay más virtud que la ostensible y aparatosa.

Describiremos los principales rasgos de esta trinidad ilustre. Era alta, gruesa y robusta, de cara redonda y pecho abultado, que se hacia más ostensible por el singular empeño de ceñirse á la altura usada en tiempo de María Luisa.

En cuanto se tuvo noticia de que un carruaje estaba a la puerta, la mayor parte de los invitados abandonaron los placeres y corrieron hacia allá, deseando hacer ostensible su amistad con personas tan distinguidas, que hacían viso en la sociedad madrileña y tenían carruaje propio. Venían el presidente, su esposa y dos hijas. El Sr.

Publio Esperoni recibió la noticia sin pestañear, con ostensible incredulidad, tirándose los negros mostachos... Jacinto Luque, poeta barbilampiño y melenudo, tal vez por contradecir a su execrado rival, dijo que la noticia era cierta...

No fue presuntuosidad de vanidoso la que se le entró al alma, ni vanagloria súbita de aventuras absurdas, sino una sorpresa grandísima. ¿De qué nacían aquellas muestras de agrado, comedidas, pero clarísimas? El instante de vacilación al subir al coche, y luego la mirada dulce y triste, ¿qué querían decir? Aquella expresión afectuosa impregnada de modestia, pero ostensible, ¿a qué obedecía?