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Actualizado: 25 de septiembre de 2025
Y se quedó tan orondo con la cita, porque una de las genialidades de Villamelón era la de nombrar de continuo a su madre, anteponiéndole siempre el calificativo de santa, y poniendo en su boca aforismos tan singulares, y de mal gusto a veces, como el que acababa de soltar.
Y el desventurado de La Edad de Oro es el artículo sobre la Historia de la Cuchara, el Tenedor y el Cuchillo, que en cada número se anuncia muy orondo, como si fuera una maravilla, y luego sucede que no queda lugar para él. Lo que le está muy bien empleado, por pedante, y por andarse anunciando así. Las cosas buenas se deben hacer sin llamar al universo para que lo vea a uno pasar.
El primero, muy orondo y gravedoso, con vestido negro y sombrero de seda, dejando ver entre las solapas de la levita voluminoso papasal; el segundo no se echó encima el fondo del baúl, iba con el traje diario, pero aseado y limpio, y fingía una modestia verdaderamente angelical.
Al día siguiente y á la hora de la siesta mandó el Asistente con gran prisa llamar al canónigo á su casa, el cual montó en su mula, como era costumbre, y con sus criados fué muy orondo á ver lo que se le ofrecía á su señoría, bien ageno, por cierto, de la sorpresa que le aguardaba.
Los triunfos de su nación, el verla trocada de sociedad desquiciada y anárquica en Potencia temida, influyente y gloriosa, lisonjeaban el orgullo de Fray Miguel y le tenía muy satisfecho y orondo. Por nada del mundo hubiera anhelado él que lo que era no fuese; que de todas las glorias, grandezas y triunfos su nación, resultasen falsedad y sueño vano de la fantasía.
Revestido el zapatero de su autoridad, comenzó á ejercerla tan ufano y orondo; pero el hombre no contaba con la huéspeda, y ésta fué un su enemigo llamado Juan Pérez, que se propuso amargar la satisfacción del flamante secutor, presentando al cabildo de la ciudad un escrito contra Sánchez, el cual no deja de ser curioso, y que por esto y por ser inédito hasta ahora, lo copio de su original, que dice así: «Muy ilustres señores.
Don Casimiro, pues, desde que empezó á ser novio de Clara, se puso más orondo y satisfecho que antes. Terrible fué el desengaño cuando Doña Blanca le despidió. El enojo interior de D. Casimiro no fué menos terrible; pero él era encogido y muy torpe para expresarse; Doña Blanca hablaba bien y con autoridad é imperio, y el Sr.
¿Y quién es el nuevo candidato del Gobierno? preguntó doña Manolita. Un candidato ilustre, un sujeto de inmenso porvenir, un héroe de la guerra de África dijo don Acisclo muy orondo . Yo le protejo, yo haré por él prodigios, yo me atraeré a los parciales de D. Paco, que se quedará solo, y mi hombre saldrá por inmensa mayoría. ¿Y cómo se llama su hombre de V.? dijo Pepe Güeto.
Palabra del Dia
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