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Actualizado: 5 de julio de 2025


La ley ofrece una recompensa pecuniaria, y en otros casos una mencion honorífica, al conductor de un carruaje público que presente en las oficinas de la policía los objetos olvidados en su carruaje. Los objetos devueltos en este año suman un valor de 43.000 duros.

Mucha, muchísima falta le hacía un buen mundo para poner la ropa; pero ya lo compraría más adelante. Tampoco estaba bien de ropa blanca; pero tiempo habría de hacerse un hermoso equipo. Gozosa, daba la última mano a su atavío para salir en busca del hermano. La orden del juez para soltarlo debía de estar ya en las oficinas de la cárcel.

Aún le había causado una impresión más dolorosa ver el aspecto de las oficinas de Fontenoy. El juez estaba en ellas como único amo, examinando papeles, colocando sellos, procediendo á un registro sin piedad, apreciándolo todo con ojos fríos, recelosos é implacables.

Cuando entró el Provisor, disminuyó el ruido; los más se volvieron a él, pero el jefe se contentó con poner una mano delante de la cara como rechazando a todos los importunos y se fue a una mesa a preguntar por un expediente de mansos. «Lo que él decía; en las oficinas de Hacienda pública no daban razón; los expedientes de mansos dormían el sueño eterno, cubiertos de polvo».

¿Qué has soñado? preguntó Jacobo con estupor. Que te escapes. ¡Yo!... Si... No debe ser difícil... gozas, según me han dicho, de una libertad relativa. Trabajas y duermes en un edificio que depende de las oficinas... ¿Á qué hora de la noche te encierran? No puedo decirte nada, contestó Jacobo con rudeza. Me tientas en vano... No quiero escaparme. ¿Rehusas la libertad? No quiero tomármela.

Todo esto comprendia una abadía de las principales en el siglo IX. Es claro que en España, donde la órden de S. Benito, aunque muy favorecida de los Alfonsos y Ordoños, preponderó menos, quizas por no haber sido como en los Estados de Alemania la única maestra de la civilizacion del pais en aquella ominosa edad de hierro, no serian tan poderosas las abadías, ni tan numerosas sus oficinas y dependencias.

Al fin su tenacidad había vencido la pereza tradicional de las distintas oficinas por las que tuvo que pasar su demanda. Mañana, gentleman, vendrán á afeitarle y á cortarle el pelo. ¿Dónde quiere usted que se realice la operación?... El prisionero prefirió el aire libre. Flimnap dió órdenes para la gran operación del día siguiente, poniendo en movimiento á la servidumbre del gigante.

Un clérigo de las oficinas del arzobispado lo presentó al cardenal, quien después de oírle le dio un puñado de almendras y la esperanza de ocupar una beca para que hiciese gratuitamente sus estudios en el Seminario.

Mientras permanecíamos sentados meditando, advertí que estábamos justamente en el punto por donde es más seguro ver pasar, a esa hora, a las figuras políticas más prominentes del día, ya para sus diferentes oficinas, o ya en camino al parlamento, donde iba a abrirse la sesión.

Un poco más tarde encontrará usted a los horteras abriendo las tiendas, alguna vieja que va a oir misa, lacayos que salen a pasear los caballos, etc. Luego empiezan a salir los empleaditos de las casas de comercio y los escribientes de las oficinas del Estado que llevan todo el peso de ellas, las modistillas, etc., etc.

Palabra del Dia

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