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Actualizado: 13 de noviembre de 2025
Mis compañeros de oficina, los comerciantes y los capitanes de buques con quienes mis deberes oficiales me pusieron en contacto, me tenían sólo por hombre de negocios, y probablemente ignoraban por completo que fuera otra cosa.
Tan abstraída estaba la dama, considerando los peligros de aquel día, que no tuvo espíritu más que para contemplar el organdí y la felpilla durante breves minutos, y lo guardó todo precipitadamente en una de las cómodas... A las once recibiría lo que esperaba de Pez. Sobre las diez y media iba Bringas invariablemente a su oficina.
Alguna vez, entre otras, hacía sus correrías hasta el interior del pueblo, porque al raquero también le gusta el contacto de la civilización, por si algo se le pega; pero como ésta suele andar muy precavida, y, por otra parte, sus raqueables materias no son del mayor aprecio en la oficina del comprador de hierro viejo, Cafetera frecuentaba poco este trato, y casi siempre tenía que huir de él á uña de ... raquero, acosado por las estantiguas del municipio.
Pero señora... ¡mire usted que está faltando en la oficina! ¡Ahora mismo voy a ver al ministro, y ya sabrá usted si estoy faltando! El empleado ve que toda reflexión es inútil y se retira de la ventanilla.
Naturalmente observó el anciano director auxiliar de la oficina de investigaciones criminales. Pero ¿quién es esa persona? Tengo la desgracia de no saberlo. Mi cliente me lo manifestó hará un año, pero no me indicó ningún nombre. ¿Entonces, no abriga usted sospechas sobre alguien, sea quien sea? A nadie puedo señalar.
¿Empleada de Correos? Empleada de Correos. Por cierto que he creído ver una figura nueva al pasar por delante de la oficina; un militar... Es su hijo adoptivo... un pariente... el capitán Raynal. El conde de Candore hizo sonar la lengua con expresión de duda. ¿Crees tú en los hijos adoptivos, tío? El anciano respondió con cierto dejo de severidad: Sí, sobrino, como en los hijos abandonados.
Fermín pasó frente a la puerta de lo que llamaban el Tabernáculo, un pabellón ovalado, con montera de cristales, inmediato al cuerpo de edificio donde estaban el escritorio y la oficina de expedición. El Tabernáculo contenía lo más selecto de la casa.
Empleados no se encuentran allí, por estar aquel caserío lejos de toda oficina. Es el arrabal alegre y bien asoleado, y corriéndose al Portillo de Gilimón, se ve la vega del Manzanares, y la Sierra, San Isidro y la Casa de Campo.
Ha permanecido soltero y se ha absorbido cada vez más en trabajos que le han robado por completo los días y aun con frecuencia las noches; ha llegado el primero a la oficina, ha salido el último, ha comido en el restaurant o en cualquier mesa oficinesca y no ha entrado en su casa sino para dormir.
El comedor-alcoba fue Salón de columnas; la alcoba-guardarropa recibió por mote el Camón, de una estancia de Palacio que sirve de sala de guardias, y a la pieza interior donde se planchaba, se la llamó la Furriela. Para ir a su oficina, D. Francisco no tenía que salir a la calle.
Palabra del Dia
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