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Actualizado: 16 de septiembre de 2025
La maestra y el cura se pusieron a rezar en voz alta. Segunda empezó a escandalizar, y en aquel momento llegaba Segismundo, quien sabedor en la escalera de lo que ocurría, entró en la casa y en la alcoba más muerto que vivo. xv
Gabriel compadecíase de la miseria tranquila de aquella gente; admiraba su mansedumbre de servidores del templo, satisfechos de vegetar y morir en el mismo sitio, sin curiosidad alguna por lo que ocurría más allá de los muros. La iglesia le parecía una gran ruina.
En casa de doña Manuela notaron que algo extraño ocurría a Juanito, y eso que no se fijaban en él gran cosa.
Las pesetas caían al suelo, y Juanito no se arrepentía de su generosidad. Indudablemente, allá arriba había alguien viéndolo todo: lo mismo lo que pasaba por las tardes en una alcoba, que lo que ocurría por la noche en un paseo solitario entre dos mendigas pequeñas y un hombre más niño que ellas. La desgracia le perseguía. ¿Quién sabe lo que le estaba reservado?
Trascurrida una semana sin que Pepe volviese a la casa, Paz se acusó de ello, ya preocupada con aquella desaparición, y pensó en el pobre muchacho cual si fuese un amigo ofendido: se acordó también de que no le había pagado, pero no se le ocurría modo discreto de enviarle el dinero. ¿Por un criado?
¡Ay!, ese maldito trabajo... Bien te lo dije, bien te lo decían todos... Pero eso pasará... Rosalía estaba más muerta que viva... No le ocurría nada. La pena la ahogaba. Cándida, procediendo con más calma, empezó a tomar disposiciones. «Sentémosle en el sofá... Ahora convendría llamar al médico».
La asistenta se ha puesto mala, y he llamao a esa infeliz, que está cargá de hijos. El torero mostrábase inquieto, con una expresión en la mirada de zozobra y de miedo. ¡Maldita sea! ¡Toros en Sevilla, y para colmo, la primera persona que se echaba a la cara... una tuerta! Vamos, hombre, que lo que le pasaba a él no le ocurría a nadie.
Creía conocer todo lo que ocurría en el país, y ahora se convencía de que ignoraba lo más importante.
Importa declarar, en honor de doña Beatriz, que al trazar en su imaginación el proceso ascendente de uno y otro plan de ventura, ora valiéndose de don Braulio, ora de Inesita, jamás se le ocurría poner en la composición de su cuadro el menor toque pecaminoso. Nada de fullerías. Doña Beatriz quería jugar limpio.
En tanto, no parece que logró Pérez la celda gratuita en San Dionisio ni en otro Convento de Bernardos , volviendo á París al barrio de San Lázaro , vendidos los coches y mobiliario para subsistir. Pudiera dar lo mismo por perdida la ilusión de pasar los Pirineos á tener conocimiento de lo que en la corte de España ocurría.
Palabra del Dia
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