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Actualizado: 16 de junio de 2025


Se guardó muy bien D. Acisclo, aunque palurdo, de referir a doña Luz, en todas sus cínicas menudencias, el resultado de sus investigaciones; pero no quiso ocultarle que las había hecho, y, lleno de júbilo, se complació en declarar a doña Luz que casi había venido a averiguar que D. Jaime era un dechado de virtudes. Llegó, por fin, el día en que se celebró la boda sin el menor aparato.

Y como hablaba con un amigo del amo, no quiso ocultarle las astucias de que se valían en las viñas para acelerar el trabajo y sacarle al jornal todo su jugo. Se buscaba a los braceros más fuertes y rápidos en la faena y se les prometía un real de aumento poniéndolos a la cabeza de la fila. Este era el que se llamaba hombre de mano.

La llama se propaga de un alma a otra, como de un rostro a otro. Sus palabras son como el hálito de un fuego interno. ¿Podría ocultarle mi pensamiento? ¿Y si hubiese querido callarlo, no lo habría leído él en mis ojos? »Cuando creemos en una cosa negamos todas las otras: cuando experimentamos un sentimiento, desconocemos los sentimientos opuestos o simplemente diversos. Tal es el primer instinto.

El navio inglés se llamaba El Argonauta. El médico de este barco era una excelente persona; no tuve ningún inconveniente en contarle mi vida, sin ocultarle nada. El dió de buenos informes e influyó, seguramente, para que no me colgaran de una verga. Durante la travesía de las Canarias a Plymonth me trataron bien los ingleses.

En efecto, encontré un papel doblado entre el ramaje del mirto, y tuve tiempo de ocultarle antes de que volviese la duquesa.

Ella ya había distinguido entre todos al hombre del cual quería ser, pero no le había prometido nada y experimentaba una cierta alegría en tratarle como a los demás y en ocultarle su preferencia. Se divertía en hacerle dudar de su dicha, en llevarle de la esperanza al temor, en someterle todos los días a una prueba.

Aquella noche dije a mi padre mi deseo de aprender a montar. No quise ocultarle que Pepita me había excitado a ello. Mi padre tuvo una alegría extraordinaria. Me abrazó, me besó, me dijo que ya no era Vd. solo mi maestro, que él también iba a tener el gusto de enseñarme algo.

Había pisado Salvador la tierra de Francia con un impetuoso deseo de atravesarla a escape en busca otra vez de la tierra española. Dejó partir a Fernando solo, porque trataba de ocultarle su repentino regreso, y en el muelle se despidieron con un abrazo cordial.

Ugarte vio que la señorita de la casa me manifestaba simpatía, y, llevado por uno de sus movimientos de rabia y de envidia, escribió al capitán Sandow, diciéndole que yo iba entablando amistades con su hija, que los tres éramos piratas, que veníamos escapados de los pontones. El capitán Sandow me llamó y le conté lo que nos había pasado, sin ocultarle nada.

Entonces uno se vuelve triste, y la persona cuya presencia nos impresiona es aquella a que demostramos frialdad para ocultarle el secreto de nuestra debilidad. Catalina, a propósito, había hablado lentamente y en tono misterioso. Quería hacer impresión en el espíritu de Mathys, y despertar en su corazón, por medio de palabras ambiguas, una esperanza que fuera un obstáculo a la partida de Marta.

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