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Actualizado: 12 de octubre de 2025


Perdonad, perdonad, señora dijo Montiño, notando el disgusto de doña Ana ; los desventurados creemos que nadie tiene que hacer más que pensar en ellos. Adiós, señora, adiós... y recibid mil plácemes por vuestra buena fortuna. Adiós, señor Francisco, adiós. El cocinero salió y doña Ana cerró con precipitación el postigo.

Volvió a mirar a su marido, y notando en él una como sonrisilla de hombre de mundo, le dio un pellizco acompañado de estos conceptos, un tanto airados: «, la palabra de casamiento con reserva mental de no cumplirla, una burla, una estafa, una villanía. ¡Qué hombres!... Luego dicen... ¿Y esa tonta no te sacó los ojos cuando se vio chasqueada?... Si hubiera sido yo...».

Probablemente jamás se había visto á mismo como se veía ahora. ¿No lo has torturado ya bastante? le preguntó Ester notando la expresión del rostro del anciano. ¿No te ha pagado todo con usura? ¡No! ¡no!

Toda imaginación juvenil ve en esto el símbolo de la guerra, un combate, y empieza por acobardarse. Luego, notando que aquel furor tiene límites ó se detiene, el niño, tranquilizado ya, detesta más bien que teme la cosa salvaje al parecer enemistada con él. A su vez arroja guijarros al gran enemigo mugiente. En julio de 1831 me entretuve en observar ese duelo en el puerto del Havre.

«Gualicho», el terrible demonio de la Pampa expulsado al mismo tiempo que los indígenas, había vuelto á estas tierras que fueron suyas, reconquistándolas. Robledo se acordó de cómo los indios solían combatir á dicho genio del mal apenas iban notando su presencia entre ellos.

Mi tío entró en los cuartos interiores, preguntando por su hija, y Blanca, notando que la indiferencia de su marido aumentaba, lo abandonó, y, furiosa, iracunda como ella solía ponerse cuando alguien le contrariaba sus gustos y sus caprichos, se volvió al salón donde yo me había quedado con la madre, y clavándome sus ojos claros y penetrantes, con una mirada llena de desdén, me dijo, señalando las habitaciones interiores donde su marido había desaparecido.

Doña Blanca, notando aquel silencio, le excitaba á que se explicase y añadía: No me cabe duda. Está V. convicto y casi confeso. V. desaprueba hoy lo que ayer aprobaba, porque un enemigo mío le ha llenado la cabeza de ideas absurdas. Atrévase V. á negar la verdad.

Al decir esto, la Nela revolvía sus ojos con desvarío en derredor de ... Observándose a misma de la manera vaga que podía hacerlo, pensó de este modo: A me pasa algo. ¿Qué tienes, Nela?, ¿qué te pasa, chiquilla? le dijo la Señana, notando que la muchacha miraba con atónitos ojos a un punto fijo del espacio . ¿Estás viendo visiones, marmota?

Involuntariamente dirigió la vista hacia D. Pedro, y notando que éste le clavaba una mirada fría y penetrante, se puso colorado hasta las orejas. Amalia se levantó y se fue al salón, como si quisiera disimular su turbación. Fue grande la que se apoderó del orgulloso maestrante con el secreto que pensó sorprender. Sus ideas experimentaron violenta sacudida.

Doña Luz distaba mucho de creer que la política fuese lo que por política entendía D. Acisclo: pero, viendo lo convencido que él estaba de que no era otra cosa, y notando además que Pepe Güeto y su mujer no distaban mucho de pensar como don Acisclo, no quiso predicar en desierto ni tratar de convencerlos de que el verdadero concepto de la política era muy diferente.

Palabra del Dia

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