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Actualizado: 24 de noviembre de 2025
En fin, no podía menos de ver con singular contento cuán nobles cualidades atesoraba aquel corazón de valor inestimable, que no podía apreciar su propio poseedor.
En todo el sur de Inglaterra comenzaron simultáneamente y con gran vigor los preparativos de guerra. Las nuevas que Simón y otros emisarios de los jefes del ejército en Francia habían llevado á la corte y á los castillos del reino fueron recibidas con entusiasmo por nobles y soldados, para quienes una nueva campaña en tierra ajena significaba gloria y provecho.
Si las miras son egoistas, el órden se pervierte, y la moralidad se disipa; cuando no hay miras de egoismo, y se obra principalmente á impulsos del sentimiento, la accion ya es bella, pero su carácter es mas bien de sensibilidad que de moralidad; mas cuando, con el corazon desgarrado por el dolor del sacrificio, la voluntad, precedida por la reflexion, manda este sacrificio, y se cumple el deber, porque es un deber; ó quizá se hace un acto no obligatorio, por el amor á su bondad moral, y porque el acto es agradable á Dios, vemos en la accion, algo tan bello, tan amable, tan digno de alabanza, que nos quedaríamos desconcertados si se nos preguntase entonces la razon del sentimiento respetuoso que experimentamos hácia la persona que por tan nobles motivos se sacrifica por sus semejantes.
El baile se animaba, la maledicencia y los recelos ridículos de la etiqueta fría e irracional de nobles y plebeyos codeándose, dejaban el puesto a otros vicios y pasiones.
Para disipar desde luego esta sospecha, produjo el calumniado el irrecusable testimonio de once de sus compañeros de cárcel, todos de las familias más nobles de España, que hicieron su más cumplido elogio.
La virtud era la belleza del alma, la pulcritud, la cosa más fácil para los espíritus nobles y limpios. La religión no presentaba como una senda ardua la de la virtud, sino para los que viven sumidos en el pecado; pero el hombre nuevo siempre estaba despierto en nosotros; no había más que darle una voz y acudía.
Páez, don Frutos Redondo, los Jacas, Antolínez, los Argumosa y otros y otros ilustres Américo Vespucios del barrio de la Colonia siguen escrupulosamente en lo que se les alcanza las costumbres distinguidas de los Corujedos, Vegallanas, Membibres, Ozores, Carraspiques y demás familias nobles de la Encimada, que se precian de muy buenos y muy rancios cristianos.
Era todavía un hombre en pleno vigor, grueso, fuerte, de facciones nobles, de pelo gris. Me dio mucha pena, y al oírle olvidé mis preocupaciones. Aquel hombre era un Hamlet, un Hamlet campesino, uno de los hombres que me han producido una impresión más triste y desconsoladora.
Indudablemente, á él le tocaba ampararla en aquel trance, apartarla del vicio á que su soledad podía conducirla, socorrerla, en fin, porque habla sido su amiga, le había amado, y en tales casos es de corazones generosos y buenos olvidar las injurias y pagarlas con nobles acciones. Viendo que no le daban razón de su paradero, bajó y salió dispuesto á buscarla. Pero ¿dónde, dónde la iba á encontrar?
Esta prenda especial de nuestro autor resplandece, sobre todo, en los dos dramas suyos titulados El príncipe Don Carlos y La mayor hazaña de Carlos V, dos grandiosos y verdaderos cuadros históricos, de los más nobles y dignos. En el primero, con rasgos escasos y decisivos, se diseñan con el más vivo individualismo los caracteres de Felipe II y del príncipe Don Carlos.
Palabra del Dia
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