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Actualizado: 14 de junio de 2025
Los hombres, por mucho que se examinen y estudien, por bien que escudriñen hasta los más escondidos senos de su conciencia, por severamente que se juzguen, y por muy alerta que estén, suelen con frecuencia concebir algún plan o proyecto, el cual les deleita y seduce, envolviéndose en tan mágica niebla, que logra ocultarse o velarse y disfrazarse al juicio, cuando éste interroga para fallar y condenar acaso, quedando patente y como desnudo a los ávidos ojos de la pasión que le ha creado.
Eran remembranzas vagas, imprecisas, rodeadas de un nimbo de blanca niebla; algo semejante a la confusa memoria de hechos y palabras luego de un día de embriaguez.
Algunos jirones de niebla se alzaban lentamente del fondo de los arroyos que lo surcaban, y allá, al Occidente, una gran cortina de montañas negras, en cuyas cimas aun blanqueaba la nieve, cerrábalo bruscamente arrojando sobre él un manto de sombra.
Había caído durante la noche una suave lluvia de verano, refrescando los campos y limpiando de polvo los caminos. Las altas montañas estaban encaperuzadas de niebla, dejando ver en sus pendientes, por entre los rasguños del vapor, la nota blanca de los caseríos y las manchas cobrizas de los robledales.
Mucho antes de ver el círculo polar, una fría niebla pesa sobre el mar, os resfría, os cubre de escarcha. Los cordajes se atiesan: inmovilízanse las velas; la cubierta pónese resbaladiza con el agua-nieve; la maniobra se hace difícil. Apenas se distinguen en tan solemne momento los temibles escollos movibles.
Muchos dramas muy célebres italianos, ingleses y especialmente franceses, son imitaciones totales ó parciales de otros españoles, bastando disipar la niebla, que envuelve al país en que nacieron tantas invenciones ingeniosas y eficaces resortes dramáticos, para lisonjearnos de que arrojaremos también nueva y grata luz sobre las literaturas extrañas.
Según vaya subiendo el sol me decía don Sabas desde su plinto calcáreo , y arreciando el remusgo allá abajo, irá la niebla esparciéndose y dejándose ver lo que está tapado ahora... ¡Pues también es cosa de verse desde aquí la salida del sol!... Y algún día hemos de verlo, si Dios quiere... y mejor desde más arriba... desde allá...
Sólo oyendo a Allen se sentía uno desgraciado, como si el mar, el viento, la soledad y la niebla se echaran sobre uno y lo acogotaran. El español don José era simpático y formaba en el partido de los holandeses. Era generoso, hidalgo, hombre de palabra; no tenía más defecto que el de ser ladrón. Decía que nada era comparable con la emoción de robar.
Por dicha, yo tengo un atajo, una trocha, un sendero recóndito y breve, por donde llego, no ya a la inteligencia y a la causa, sino más hondo: por donde llego al Uno. Me abstraigo de todo lo exterior; echo a un lado sentidos y potencias; borro imágenes de la fantasía; cubro con niebla densa todo lo escrito en la memoria; y, hundiéndome en el abismo del alma, hallo al que es.
Nada recuerda ya la estrepitosa caída del arroyo, si no es la niebla de imperceptibles gotas que se ve brillar á lo lejos sobre el raudal que cae, produciendo un continuo mugido que hace vibrar la atmósfera.
Palabra del Dia
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