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Voy a confesar que, al oír esta noticia, sentí cierto cosquilleo por la parte de adentro, cuya sensación era semejante a si se me desprendiese de su sitio alguna entraña interesante, aunque sin dolor. Los cortos residuos de niebla que la manzanilla podía haber dejado en mi cerebro se evaporaron de súbito. En mi vida me sentí más despejado.

3 Por tanto, serán como la niebla de la mañana, y como el rocío de la madrugada que se pasa; como el tamo que la tempestad arroja de la era, y como el humo que de la chimenea sale. 4 Mas yo [soy] el SE

De pronto, todo desaparece desde la base hasta el vértice; la montaña se ha perdido enteramente entre las brumas, después baja la tormenta desde las cimas, fustiga aquel mar de pesados vapores y aparece de nuevo el gigante, «negro y triste, entre el vuelo eterno de las nubes.» #La niebla y la tormenta#

Y por si alguno duda de su veracidad, le diré que todo él consta con más extensión y pormenores con otros casos parecidos, en un Informe secreto que el regente de la Audiencia de Sevilla elevó al monarca sobre diferencias que hubo entre el Arcediano de Niebla y un sobrino del cardenal Arzobispo de Sevilla, del cual informe existe copia, y que lleva la fecha de 27 de Febrero de 1596.

Pelechuco, cuyo nombre es una corrupcion de puyo-cucho, que en lengua quichua significa rincon de niebla, está situada á siete leguas de Suches, sobre la vertiente este de la cordillera oriental. Esta es entre las parroquias de la provincia la que se encuentra mas elevada sobre el nivel de los mares.

A un lado y a otro, se extendía la risueña campiña de Sarrió, limitada por dos o tres términos de suaves colinas. Más lejos, descubríase la negra crestería de las montañas de Narcín, que se alzaban sobre el valle de Lancia, cubierto aún por la niebla.

La primera luz del alba empezaba a esparcirse en el espacio, y ya podían distinguirse los objetos a través da la niebla. ¿No corremos el riesgo de encontrar a alguien por aquí? preguntó la viuda. No me parece, señora. Todavía es muy temprano respondió el guarda. Si me viese alguien que fuera a Orsdael suspiró Marta.

Este es el rinconcito que yo anhelaba, un rinconcito perfumado y cálido, a mil leguas de los periódicos, de los coches de alquiler, de la niebla. ¡Y cuántas lindas cosas me rodean! No hace más de una semana que me he instalado aquí, y tengo llena ya la cabeza de impresiones y recuerdos.

A todo esto, el sol, hiriéndolo con sus rayos, sacaba de las superficies de aquellos golfos, rías y ensenadas, haces de chispas, como si vertiera su luz sobre llanuras empedradas de diamantes. Es la niebla baja de los valles, me advirtió el cura; y fue señalándolos y nombrándolos todos uno a uno.

Demas de esto, al amanecer se acercaron á la fortaleza, haciéndoles la niebla mas fácil el acceso, y lo que era de admirar, que estando en otras partes clara sobre el fuerte, estuvo mas espesa para los que la miraban y asechaban desde el alto, lo que dió esperanza de victoria. Mas á la verdad, no porque caso ó desgracia, no supo aprovechare de ella el pueblo.