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Actualizado: 14 de julio de 2025


Ambos, con paso rápido y resuelta actitud, se dirigieron hacia él. Lleno de terror, huyó precipitadamente. Corrió a través de la niebla enloquecido, jadeante, atropellando a los transeúntes, tropezando con los faroles, los caballos, los coches. Se detuvo en una ancha avenida, que le costó mucho trabajo reconocer. Todo se hallaba alrededor desierto y silencioso. Caía una menuda lluvia.

Cuando el otoño era ya un poco entrado, se ocultaba entre la niebla, y no volvía á parecer sino uno que otro día muy raro del invierno, en que el viento, soplando fuerte por la noche, había barrido el tupido manto de los cielos.

Disipada en parte la niebla que pesaba sobre su espíritu, pudo fijarse y tomar interés en lo que á su alrededor pasaba. El regocijo y la bulla crecían á medida que avanzaba la tarde. Una agitación tumultuosa reinaba en las calles: de su recinto estrecho salía un clamor profundo como el de un río que se despeña.

Al amanecer de un día del mes de Septiembre, la nave de Morsamor se hallaba a la vista de Chaul, muy cerca de la costa. Densísima niebla quitaba su transparencia al aire y extendida sobre la superficie del mar, ofuscaba la vista.

Atravesó Versalles, la de los jardines de ensueño, cuna de reyes, de amores y de escándalos.... Salvador no estaba muy enterado de estos lances de historia cortesana; conocía vagamente un poco de todo ello, y apenas si aquellas memorias se asomaron un minuto a la niebla de sus pensamientos.

Algo se había roto en su interior: la voluntad, desmenuzándose en polvo, que envolvía sus sentidos como una niebla. ¿Qué hacer?... Ni el más angosto sendero quedaba abierto ante su iniciativa. Alicia le odiaba como si fuese un enemigo. ¡Adiós para siempre!... Quedaba el otro, pero este hombre era invulnerable para él.

Al fin volvió Dios los ojos de su piedad al V. Padre, que por tan largo tiempo, en hambre, sed, pobreza y tantos trabajos, había sido su fidelísimo siervo, y penetrándole lo íntimo del alma con un rayo de luz, esclareció aquella densa niebla, que antes le tenía en oscuridad y tinieblas, y le infundió tal valor y aliento en el espíritu, que vencida del primer lance la carne, dijo con gran denuedo: « Que por sentir tanta repugnancia quería, á pesar suyo, poner manos á la obra

Detúvose al cabo el tren en Venta de Baños, y las luces de la estación mostraron su encendida pupila a través de la niebla leve de sosegada noche de otoño. ¿Es aquí? ¿Es aquí donde nos bajarnos y se cena? preguntó Lucía, a quien el suceso, nuevo para ella, de una cena en la estación, abría a un tiempo apetito y curiosidad.

Después del cabrito sirvieron un salmorejo de perdices. Caza, dos veces seguidas; eso no era correcto. Sin embargo, el plato me pareció excelente... En ese momento, señores, fue cuando empezó a desprenderse del cielo raso, a bajar sobre nosotros lentamente, lentamente... una especie de niebla. Entretanto, yo me había puesto ya muy galante, y barajaba los cumplimientos que era un gusto.

Podía tener varias ventajas el proceder así: entre otras, quizás el tejedor tuviera un farol de mano, y Dunstan ya estaba cansado de buscar su camino a tientas. Todavía estaba a cerca de tres cuartos de milla de su casa y el suelo se volvía desagradablemente resbaladizo, porque la niebla se iba convirtiendo en llovizna.

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