United States or Ireland ? Vote for the TOP Country of the Week !


No seas tramayona, no me aturrulles. Ya sabes que la ley que yo te tengo no puede sufrir... Vamos, vamos; déjate de niñerías. ¿Quién crees que ocupa y llena el lugar más bonito, principal y escondido de mi corazón? . Mi alma es tuya.

Evaristo se halla en una conversacion, y no hace otra cosa que ponderar la desigualdad del tiempo, las niñerías de sus hijos y sus gracias: y despues, por hacer demostracion de su saber, se pone á hablar de los vestidos de los Macedonios, del orden de batalla de las Amazonas; y si se le ocurre, no omite tal qual lugar de Quinto Curcio.

Y pensaba: «Todos son personas decentes, todos saben lo que se debe a mi casa, y en cuestión de peccata minuta... allá los interesados». Y encogía los hombros. Este criterio ya lo aplicaba cuando vivían con ella sus hijas. Entonces seguía pensando: Buenas son mis nenas; si alguno se propasa, las conozco, me avisarán con una bofetada sonora... y lo demás... niñerías; mientras no avisan, niñerías.

-Mal cristiano eres, Sancho -dijo, oyendo esto, don Quijote-, porque nunca olvidas la injuria que una vez te han hecho; pues sábete que es de pechos nobles y generosos no hacer caso de niñerías. ¿Qué pie sacaste cojo, qué costilla quebrada, qué cabeza rota, para que no se te olvide aquella burla?

Entonces dijo doña Beatriz: Vamos, vamos..., dejémonos de niñerías. No me pruebes ahora no ya que eres viejo, sino que eres mucho más niño que yo. Alegrémonos, serenémonos y vamos a divertirnos hasta donde sea posible.

¿Yo recado de nadie, señor mío? -respondió la dueña-. Mal me conoce vuestra merced; , que aún no estoy en edad tan prolongada que me acoja a semejantes niñerías, pues, Dios loado, mi alma me tengo en las carnes, y todos mis dientes y muelas en la boca, amén de unos pocos que me han usurpado unos catarros, que en esta tierra de Aragón son tan ordinarios.

¡Nada de niñerías, capitán!... Conmigo es inútil... Pierde usted el tiempo. Y no dijo más. Su tiesura y su mutismo en el resto del paseo dieron á entender al marino la magnitud de su equivocación. En vano quiso mantenerse al lado de la viuda: ella maniobraba de modo que la doctora venía á interponerse entre los dos.

Martín menea la cabeza, dirigiendo su mirada a la joven, cuyas locuras y niñerías conoce perfectamente. Al cabo de un instante, coge la mano a Juan y dice, señalando la puerta con el dedo: Responde, ¿te parece que ella quiera hacerte partir? ¡De ningún modo! dice Juan con risa un poco forzada.