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Actualizado: 10 de mayo de 2025


No obstante, los sentaron á la mesa y les presentaron algunos regalos del país; mas concurriendo allí indios de otras tierras, los cercaron en forma de media luna, disparándoles una tempestad de flechas para hacerlos huir; los neófitos, sin hacer más que reparar los golpes, se retiraron con buen orden, y en medio de que muchos hacían instancia á los capitanes para responderles con las armas, venció la parte de los mejores, que, á imitación del Redentor, no quisieron volverles mal por mal; tres quedaron muertos; los otros, maltratados, se volvieron á la Reducción.

Después la dama dio un estrecho abrazo al bravo Migajas, y le dijo: «Ahora ya eres mi esposo. Yo tengo poder para casar, así como lo tengo para recibir neófitos en nuestra gran Ley. Amado Principillo mío, bendito seas por los siglos de los siglosToda la corte de figurillas entró de repente, cantando con música de canarios y ruiseñores: «Por los siglos de los siglos

Escogido, pues, el lugar para la nueva fundación, ordenó el P. Superior no se emprendiese la fábrica, sin haber hecho primero la sementera y tener con qué vivir: mas el pueblo no quiso esperar tanto, por ver siempre á sus ojos la muerte en aquel clima inficcionado mucho tiempo antes de la peste; por lo cual se vieron los Padres precisados á seguir los indios, y el P. Superior, pasando á San Joseph, halló solos á los Misioneros, que con su ajuar estaban ya de partida para seguir á los neófitos.

Ya habían caminado algunas jornadas cuando cayeron enfermos once de sus neófitos, con increíble dolor del santo misionero; mas el modo como sanaron, lo escribe él mismo por estas palabras á su Provincial.

Llegó la noticia de esta desgracia hasta los pueblos de los Chiriguanás de que fué inexplicable la aflicción que tuvo el P. Arce, viendo que los enemigos como un torbellino salido del abismo, arrasaban aquel su Paraíso, que tanto le había costado el plantarle y al punto fué desalado á repararle y defender la vida de sus neófitos.

Sucesos insignificantes y casi olvidados reaparecen en su memoria como ocasiones de fortuna torpemente despreciadas. «Yo pude ser rico dicen en su pueblo , pero tuve mucha prisa en volver.» Y acaban por creerlo a ojos cerrados, y el deseo de regresar a la tierra de la esperanza es cada vez más imperioso, hasta que al fin se embarcan con iguales o mayores ilusiones que la primera vez... Y allá van, revueltos con los neófitos de la emigración; y ellos, los desengañados y maldicientes de poco antes, son ahora lo mismo que los veteranos que reaniman a los reclutas en las veladas del vivac con hiperbólicas historias.

Comenzó a dar órdenes a los otros padrinos, que lo seguían como los neófitos siguen al gran sacerdote de un culto nuevo. «¡Que se retirasen los automóviles un poco más allá de la cascada! No convenía que los conductores presenciasen el acto.» Y Maltrana fue obedecido.

Empezó el desfile de neófitos. El escribano leía nombres, y avanzaban entre dos gendarmes los que debían recibir el bautizo, descalzos, sin más traje que las ropas interiores o un simple pijama. Eran pasajeros de primera clase que accedían a tomar parte en la ceremonia, y cuya presencia saludaba el público con gritos y aclamaciones.

No repetiré aquí sus fatigas en las provincias de Chiriguanás, de Chiquitos y de los Guaranís y en el descubrimiento del río Paraguay, las conversiones que allí hizo, las iglesias que fundó, las repetidas veces que estuvo en peligro de perder la vida, el trabajo en aprender con excelencia tantos bárbaros y diferentes idiomas, Chiquito, Quichuo, Guaraní, Chiriguaná y Payaguá; sus continuas tareas en provecho de las almas y aun de los cuerpos de los infieles y neófitos, las grandes y molestísimas persecuciones que por esta causa padeció, hasta llegar á ser mortificado y reprendido públicamente como hombre sin prudencia y sin juicio.

Pero no, antes de vestir la cándida túnica de los neófitos, volvamos á la Grecia por la última vez, y estudiemos el mágico poder de la poesía en uno de sus mas grandes pueblos y de sus mas grandes hombres: Atenas y Solon. Los atenienses, despues de haber sido batidos por los de Megara ciudad dórica decretaron la pena de muerte contra todo el que hiciera una mocion para retornar á Salamina.

Palabra del Dia

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