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Actualizado: 5 de julio de 2025
¿Dónde ha de está, mujé? repuso el cuñado con rudeza . En la plasa cumpliendo con su obligasión... Es una locura haber venío; un disparate. ¡Este carácter tan flojo que tengo! Carmen siguió mirando en torno de ella, pero con cierta indecisión, como arrepentida de haber llegado hasta allí. ¿Qué iba a hacer?...
Algunas hembras tiraban del marido, cabizbajo y con las piernas dobladas después de tres horas de procesión. ¡A casa!... Pero el vacilante «macareno» resistíase con voz que olía a vino. Ejame, mujé. Antes quieo echale una coplita a la Morena.
Ellos, además, no se han recatao; han ido a toas partes como si fuesen marío y mujé, a la vista de too er mundo, a cabayo, lo mismo que los gitanos que van de feria en feria. Cuando estábamos en el cortijo me yegaban noticias de too lo que hacía Juan; y luego, estando en Sanlúcar, también. El Nacional creyó necesario intervenir, viendo que Carmen se conmovía con estos recuerdos e iba a llorar.
En las Cambroneras siempre era Teodora la escogida. «Señá Teodora: yo quiero a la Fulana, pero con buen fin.» La vieja, satisfecha de que pusiera en ella su confianza, iba en busca de la mocita. «Fulanito quiere ser tu buñó, pero con formaliá, pa casarse en seguía.» Y la virgen gitana, bajando la cabeza, daba su contestación. «Puesto que no me quiere pa engañarme y perderme, y ya que una mujé de tanto respeto saca la cara por él... bueno, seré su buñí.» Se veían a espaldas de los padres, lejos del barrio; pasaban horas enteras solos, en completa libertad, pero no había cuidado de que un buen gitano osase cosas mayores.
Y esta mocita preguntó Feli , ¿cuándo se casa?... ¡Anda! exclamó la vieja con impúdica risa . ¡Pues si ahí donde usted la ve, está más abierta que la puerta de la Macarena!... Es la mujé de mi hijo Rafaé, al que yaman el Boto... Tiene trece años; pero más mocita me casé yo con mi difunto... a los once.
Los ojos de Carmen se humedecieron y se llevó el pañuelo a ellos para contener las lágrimas. Mejó quisiera ser la mujé de un zapatero. ¡Cuántas veces lo he pensao! ¡Si Juan hubiese seguío en su ofisio, en vez de coger este mardesío de la torería!... Más feliz sería yo con un pobre mantón yendo a llevarle la comía al portal donde trabajase, como trabajaba su pare.
Feli se fijaba en la hija de Teodora, una joven de catorce años, casi una niña, toscamente vestida de luto y con un aire de resignada tristeza, como si fuese una monja obligada a vivir en el mundo. Es viuda, señorita decía la vieja . Se le murió el marío a los dos años de vivir juntos... Ya no podrá casarse nunca: lo prohíbe nuestra ley. La mujé no debe tener mas que un marío.
Palabra del Dia
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