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Actualizado: 29 de octubre de 2025
¿Indignidad? ¿Llama usted indigna a la araña que ahoga a la pobre mosca en su tela, o al milano que cae sobre el inocente polluelo y lo arrebata por el aire? La mosca, el pollo y yo merecemos la misma suerte por haber nacido. Porque el delito mayor del hombre es haber nacido, ya lo ha dicho Calderón, que era sacerdote como usted.
Los ojos de Tomás brillaron de alegría; pero con el dominio que ejercen los paisanos sobre sus emociones, comenzó a santiguarse con cierta sorpresa burlona. ¡Mal año para tí, demonio!... ¡mal año para tí!... ¡Nunca pensara!... ¿Qué diablo de mosca te ha picado? Pues me ha picado tu hija Rosa. ¡Ya me lo olía yo!
Y se la come, en efecto; pero como es un saltador afectuoso, le da de cuando en cuando golpecitos con los palpos sobre la espalda, como queriendo convencerla de su teleología. Azorín no sabe si la mosca quedará convencida; ello es que sus patas han cesado de moverse y que Ron se la lleva a un ángulo, donde permanece quieto con ella un gran rato.
Pues bien: en Rocchio todo era apariencia; incapaz de matar una mosca, su espíritu conciliador acogía a todos con la misma sonrisa, sin cuidarse de los rasguños de la malicia, semejante a un león al que han limado las uñas, desdeñoso de la curiosidad que despierta, cautivo y domesticado, pero que sabe bien que, de un golpe de zarpa, puede pulverizar al audaz que pretenda molestarle en demasía.
También se enteró por separado de ciertas costumbres poco correctas del señor Ramón, marido de la propia Felisa, cuando regresaba al hogar por la noche con algunos vasos de vino en el cuerpo. Fuera de estas ocasiones era un bendito, un pedazo de pan candeal, incapaz de levantar la mano á nadie, ni siquiera de aplastar una mosca.
Esta pobre mosca se mueve violentamente, patalea estremecida de terror. No, no se marchará; Ron la tiene bien cogida. «Las moscas debe de pensar él, que, como hombre de grueso abdomen, será conservador, y como conservador, creerá en las causas finales ; las moscas se han hecho para los saltadores; yo soy saltador, luego esta mosca ha nacido y se ha criado para que yo me la coma.»
Sin saber por qué, recordó uno de sus juegos en el Hospicio. Los muchachos cogían una mosca, la arrancaban las alas y empujábanla después, pretendiendo que volase. ¡Ay! El era como aquella mosca. Le habían arrancado las alas; le habían arrebatado las armas naturales para la lucha por la vida.
Demasiado sabe usted, tío, cuál es la mosca que me pica profirió Andrés con acento triste. Por mi culpa están padeciendo algunos... No quiero ser más tiempo causa de disgustos... El pie de berza volvió a ser instantáneamente objeto de la más profunda atención. Un buen rato se estuvo el cura devorándole con los ojos en silencio.
Estamos en invierno, y ahora viaja poca gente. La gran temporada es en primavera, cuando, según dicen, entran los ingleses por Gibraltar. Van a la feria de Sevilla y vienen después a echar una vista a nuestra catedral. Además, la gente de Madrid sale con el buen tiempo, y aunque a regañadientes, afloja la mosca por ver los gigantones y la Campana Gorda. Da gusto entonces despachar papeletas.
304 ¡Grandemente lo pasaba con aquella prenda mía, viviendo con alegría como la mosca en la miel! ¡Amigo, qué tiempo aquel! ¡La pucha, que la quería! 305 Era la águila que a un árbol dende las nubes bajó; era más linda que el alba cuando va rayando el sol; era la flor deliciosa que entre el trebolar creció.
Palabra del Dia
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