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Actualizado: 10 de junio de 2025
Despues confirió á Bolívar el poder ejecutivo, y este pidió permiso á Colombia para poder aceptarlo, pues, segun sus palabras en esta ocasion, reconocia monstruosa aquella autoridad é impropia de él.
Sea lo que fuere de esta tradición, ello es que La Tarasca, á que me refiero, es una serpiente de monstruosa magnitud, de vientre enorme, larga cola, pies pequeños, garras retorcidas, ojos amenazadores y boca horrible y proeminente; su cuerpo está sembrado de escamas.
La niña, anegada en lágrimas, cae entre su madre y un viejo achacoso que va a tomar las aguas: la bella casada entre una actriz que va a las provincias, y que lleva sobre las rodillas una gran caja de cartón con sus preciosidades de reina y princesa, y una vieja monstruosa que lleva encima un perro faldero, que ladra y muerde por el pronto como si viese el aguador, y que hará probablemente algunas otras gracias por el camino.
Quede y valga, pues, como principio de esta meditación mía sobre el progreso, la cual meditación no puede ya ser corta, a no incurrir en la monstruosa desproporción de un exordio mayor que el discurso a que precede.
Nunca se había considerado tan feliz como en aquellos días. Experimentaba la monstruosa voluptuosidad del que se halla sentado á la mesa en un comedor bien caldeado y ve por los cristales el mar tempestuoso, con un buque que lucha contra las olas.
Todo era ciego y duro en la inconsecuencia monstruosa de semejante familia, y para el alma delicada y dulce de Carmen iba siendo una tortura inmensa aquel vivir tormentoso, sembrado de imprecaciones y gritos, desesperaciones y codicias.
Si esta explicación parece monstruosa y absurda, denme otra; muéstrenme la razón por qué coinciden de un modo tan espantoso su manejo de una estancia, sus prácticas y administración, con el gobierno, práctica y administración de Rosas; hasta su respeto de entonces por la propiedad es efecto de que el gaucho gobernador ¡es propietario! Facundo respetaba menos la propiedad que la vida.
TERPSY. ¡Desde hace cinco años...! ¡Apechugué yo sola con el negocio...! Y te aseguro que, si tengo buenas piernas, tampoco tengo mala cabeza... ¿Sabes cuánto gano ahora por año...? ¡Doscientos mil francos...! Voy a ampliar el negocio y a tomar un hotel... ¡Y te aseguro que haré una propaganda monstruosa! GILBERTO. Y... ¿cómo aprendiste los preceptos de tu arte...?
El universo no se ha calcado sobre nuestra experiencia, sino que nuestra experiencia ha dimanado de él: decir que no hay ni puede haber nada sino lo que la misma nos atestigua, es hacer á nuestro yo el tipo del universo, es afirmar que sus leyes están radicadas en nosotros y son emanaciones de nuestro ser: orgullo necio para ese átomo imperceptible que se presenta por algunos instantes en el inmenso teatro de la naturaleza y luego desaparece; orgullo necio, para ese espíritu que á pesar del grandor de su capacidad, siente su impotencia para sustraerse á esas leyes, á esos fenómenos, que segun la monstruosa suposicion, debieran ser obra de él mismo.
Singularmente monstruosa es, especialmente, la comedia El cardenal de Belén ó San Jerónimo.
Palabra del Dia
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