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Actualizado: 22 de junio de 2025
Junto á sí, y esposa de su hijo, tenía á aquella admirable mujer, modelo de la dama española, tipo por desgracia perdido, con su belleza espiritual, con su noble aspecto, con la delicada atmósfera de distinción que vemos aún en los retratos contemporáneos de Pantoja, de Velázquez y de otros tantos.
Es menos plausible porque el particular ó los particulares se propondrán ganar dinero, como cada hijo de vecino, y entonces el teatro normal ó modelo no lo será en realidad, sino será un teatro, peor ó mejor, libre, aunque sujeto á una empresa particular como las demás que hay ahora.
Yo cogí la ocasión por el cabello y le dije: «Tienes mucha razón, amigo mío. Pero la sustituta de Gertrudis está llena de buena voluntad, y si tomamos otra sería tan ignorante o tal vez menos dispuesta que ésta. Conservemos y enseñemos a esta idiota que tenemos. Yo me encargo de convertirla en una cocinera modelo.
Ana de Austria, cuyas carnes eran citadas como un modelo de frescura, moría de una úlcera; la Princesa de Subiza, una rubia deslumbradora, se derritió, si vale decirlo así, cayendo sus carnes á jirones.
Hallando fácil y abundante cosecha de laureles entre las seductoras y ya seducidas, no tuvo el Conde la mala idea de extraviar a ninguna cándida e inocente doncella, o de turbar la santa paz de algún matrimonio modelo por lo bien avenido, ejemplar y amoroso.
La fama del teatro español, á pesar de su irregularidad, tanto por lo original de sus pensamientos, cuanto por el número portentoso y la variedad de asuntos que lo distinguen exclusivamente, ha hecho que se le considere como al gran maestro de todos los poetas, y el modelo principal de todos los teatros de Europa.
Ni su talento es tan claro, ni su voluntad tan recta, ni su índole tan suave, ni su corazon tan bueno, ni su trato tan dulce, ni su presencia tan afable; en todo hallamos que corregir, que enmendar; en todo nos habíamos equivocado; el lance que nos afecta ha descorrido el velo, nos ha sacado de la ilusion; y fortuna si el hombre modelo no se ha trocado de repente en un monstruo.
Y yo, el barón de Hanckel de Ilgenstein, modelo de dignidad y de circunspección, me deslizo a cuatro pies detrás de ella, por esa abertura poco más grande que la boca de un horno. Sí, señores; ahí tienen ustedes lo que le hacen hacer a uno las mujeres.
El padre Anselmo, que así se llamaba el cura párroco, admiraba de buena fe a la señora doña Inés como a un modelo de profunda fe religiosa y de distinción aristocrática. Era el tipo ideal realizado de la gran señora, tal como él se la imaginaba.
Ahí tienes lo curioso; hay parecido y más que parecido, porque reproduciendo fielmente las líneas de una cara, por ejemplo, transfiguran su expresión... Porque, mira, no hay un rostro humano que no tenga su nota poética, su faceta luminosa: la cuestión es dar con ella, encontrarla... pero no busques esa nota, esa faceta en el alma del modelo... allí no existe... donde está es en el ojo del pintor, del propio modo que por lo general todas las gracias de una amante están menos en ella que en la vista de su enamorado.
Palabra del Dia
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