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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Fastidiado el señor Cané, cuando, en la flor de la edad ha recorrido las más altas posiciones de su país, no encontrando por doquier sino sonrisas, no pisando sino sobre flores, ¡niño mimado de la diosa Fortuna! ¿No será quizá ese aparente fastidio un verdadero lujo de felicidad?...

Su madre, la Condesa viuda, le idolatraba y le había mimado siempre; pero los mimos, lejos de pervertir las buenas naturalezas, las hacen mejores y más dulces; convierten la hiel en almíbar. Para el Condesito era fácil ser bueno. Nada envidiaba. Todo le sonreía. Ya hemos dicho que poseía quince mil duros de renta, que era de buena familia y que gozaba de perfecta salud.

Toda la atención de la plaza estaba concentrada sobre el Cigarrero, apesar de que mataban también el Gordo y Lagartijo, que comenzaba entonces a ser el niño mimado del público.

A las dos las quería mucho; pero, como había cuidado a Inesita desde más niña, y como Inesita seguía soltera, tenía con ella mayor familiaridad y confianza. Por extraña alucinación, más frecuente de lo que se piensa, el ama, como si los años hubieran pasado en balde o no hubieran pasado, no veía en Inesita a la mujer ya formada, sino a la niña pequeñuela que había mimado tanto.

Estoy segura de que si enviásemos allá abajo un hombrecillo que yo conozco, un verdadero bribón de París, pálido como una manzana que no ha madurado, mimado por los otros criados, celoso de aquellos a quienes sirve, envidioso del lujo que le rodea, vicioso como un sumiller, al cabo de quince días se habría hecho cargo del porvenir que se le ofrecía. Tal vez. ¿Pero y si erraba el golpe?

Lavábale y planchábale los pañuelos del cuello, le hacía el lazo de la corbata, ocultaba con alguna piadosa mentira sus fechurías, y de vez en cuando le metía en el bolsillo alguna peseta. Eduardito, como niño mimado, la trataba sin pizca de miramiento, desvergonzándose con ella en cuanto le reprendía cualquier travesura.

Y dicho esto se dormía en plena felicidad. Poco tiempo después, Juan era el niño mimado de la fábrica. El patrón lo había recomendado a todos los jefes de sección, y como el chico era inteligente y activo, se granjeó rápidamente la amistad de todos. Un día, sin embargo, sucedió que un obrero le dio algunos golpes.

¡Desgraciado niño! gimió la señora de Freneuse poniendo sus temblorosas manos sobre la cabeza de su hijo... ¡Un suicidio!... ¡Oh! no, madre mía; hubiera sido inútil. Desde el primer día mis compañeros me tomaron odio. Me llamaban aristócrata y niño mimado. Hay una jerarquía hasta entre esa gente abyecta, y los más infames son los más respetados.

Godofredo tenía numerosos amigos en el clero de Madrid, alto y bajo. Era el niño mimado de las sacristías. Pero con quien mantenía amistad más estrecha era con cierto presbítero pálido, delgado, huesudo y miope llamado don Jeremías Laguardia.

¿Y él? preguntó Arias. Cambiado enteramente, desde que se casó y se reconcilió con su cuñado. Este es el que le dirige en todo. Ahora labra por sus haciendas, aconsejado por mi marido, con el que pasa semanas enteras en el campo. En fin, es el niño mimado de la familia, donde ha sido recibido como el hijo pródigo.

Palabra del Dia

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