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Actualizado: 26 de junio de 2025


Lo hubiera deseado, para darse el gozo de arrojarla con algunas frases despreciativas que le llegasen hasta el fondo del alma. Hubo un instante en que pensó que este deseo se realizaba. Sintió pasos en la escalera: toda su sangre fluyó al corazón; se apresuró a dejar el pasamanos y a meterse de nuevo en el cuarto. Era Dolores que subía a pedirle una llave.

A sus creencias, vacilantes y endebles, no quería tocar, como si fuesen un diente próximo a caerse y con el cual evitase morder cortezas duras. Vivía a su gusto y talante, sin meterse en más libros de caballerías.

Roger con la mayor presteza y diligencia que pudo tomó la gente más desembarazada y suelta, y fué la vuelta de Tiria para meterse dentro de ella antes del dia. Llegó á ser tan buen tiempo, que los Turcos ni le pudieron descubrir, ni sentir, habiendo caminado treinta y seis millas en diez y siete horas.

El joven los escuchó pacientemente, puesto que una vez que otra le interrumpía para deshacer algún error o disculpar su proceder. Cuando el tema ya no dio más de , se levantaron, cambió la conversación, y paso tras paso llegaron hasta la rectoral. El cura subió a tomar el chocolate y Andrés se volvió al pueblo, por no querer meterse tan temprano en casa.

No quería ponerse a mal con aquella gentuza, por lo que pudiera tronar, y sin perder tiempo ni meterse en dimes y diretes con el vicioso Luquitas, por el abandono en que a su mujer tenía, se fue derecha a su objeto: «¿Y no está por aquí la Pitusa?

Para que me dejara en paz le dije al fin que , que nos íbamos a casar, que ya estábamos sacando los papeles y que pronto se echarían las proclamas». Bien contestado... ¡Qué ganas de meterse en lo que no les importa! Y ahora te pregunto yo dijo Fortunata más cariñosa, pero bastante más seria . Si yo fuera soltera, ¿te casarías conmigo?

¡Ya, ya! ¡Buen truchimán va usted saliendo!... ¡Qué condenada vaca, siempre empeñada en meterse por el prado del tío Fernando!... ¡Garbosa, eh! ¡Garbosa, fuera! ¡Garbosa, aquí! Viendo que la vaca no obedecía, se levantó y fue a ella corriendo, y la obligó a separarse de la linde.

El público aguardaba con impaciencia la catástrofe: cuando le parecía bien, bostezaba; cuando lo creía necesario, sacaba La Correspondencia de España y leía. Había muchas personas que llegaban a desear que el barba cayese pronto bañado en su sangre para escapar a casa y meterse en la cama. En el acto segundo había un monólogo del rey, de inusitadas dimensiones.

El día aquel de la sarracina en la Bolsa, que llegó don Bernardino derechito a meterse en cama, misia Gregoria, por las dudas, le echó una buena rociada: ¿con que venía así, tan descompuesto y pálido, a causa de la liquidación? ¡ah, farsante! alguna agarrada con la rubia esa.

Errores de la teogonía egipcia y persa... Esto reza el epígrafe del capítulo... Pero, criatura, ¿que siempre ha de estar usted metiéndose en lo que no le importa? ¿Qué le va a usted ni qué le viene con que aquellos bárbaros, que ya se murieron hace miles de años, adoraran muchos dioses?... Es gana de meterse en vidas ajenas. ¡Que tenían los dioses por gruesas!

Palabra del Dia

rigoleto

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