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»Entonces...,¡oh!, entonces, si mintió en lo que me dijo, no hay verdad que valga lo que aquellas mentiras. Si todo era una comedia, ¡qué bien la representaba! Pero, fuéralo o no para él, para era una hermosa realidad de la vida la parte que desempeñaba yo en la escena con todo mi corazón.

Una noche, al principio de la cena, comenzó a desvanecerse con mil mentiras, de que el embajador se enfadó mucho; y no pudiéndolo sufrir, me dijo en español, que el otro no entendía: "Mucho me cansa este loco."

Su imaginación, ofuscada por el miedo, había concebido antes de llegar allí las mayores brutalidades; palizas horrorosas, el cuerpo magullado, la cabellera arrancada, pero... ¡rezar y taparse la cara! ¡Morir! ¡Y tal enormidad dicha tan fríamente!... Con palabra atropellada, temblando y suplicante, intentó enternecer a Teulaí. Todo eran mentiras de la gente.

Huberto y yo nos hemos dicho mentiras muy dulces se decía; pero, él que no se ha atrevido a hablar ¡cómo ha sabido encontrar el camino de mi corazón! Luego juzgó que era demasiado severa con Martholl; en suma no podía reprocharle nada decisivo que hubiese contribuido a la modificación de sus sentimientos. Su admiración por la conducta de Juan ¿bastaba, pues, para hacerla injusta?

Yo no creo en nada; creo tal vez menos que . que todo lo que nos rodea es falso, convencional; mentiras que aceptamos porque nos son necesarias momentáneamente. admiras, como si fuese algo divino é inconmovible, la música y la pintura.

Protestó por anticipado, con una incredulidad feroz: ¡Mentiras!... ¡Nuevas mentiras! ¿Cuándo terminarán tus invenciones? Yo no soy alemana continuó ella sin oírle . Tampoco me llamo Freya Talberg. Este es mi nombre de guerra, mi nombre de aventuras.

Después de pensar esto sonrió con amargura. ¡Mentiras del deseo! ¡Ilusiones!... Al volver la cabeza reconoció la falsedad de su esperanza. Nadie seguía sus pasos: él era el único que marchaba por el centro de la avenida. En un banco inmediato descansaba un oficial con los ojos vendados.

Y me los arrebataba; los leía en voz baja, sonriente y ruborosa, mientras yo, colocado a su espalda, la iba siguiendo en la lectura. ¡Bonitos! exclamaba. Pero todas estas cosas me gustan más cuando me las dices sin pensarlas. No por qué, pero los versos me parecen siempre ¡graciosas mentiras! Doblaba la hoja, se la guardaba, y me señalaba un asiento: Aquí, cerca de .

Ante sus ojos el mundo que soñó se desvanece pronto, y en su lugar, irguiéndose asesino, otro mundo de prosas y mentiras acaba de matar del pecho joven el último ideal .................................... Ya vemos asomar los dedos lívidos de la cruel tragedia, que por entre la puerta sin cerrojos del corazón humano intenta introducir toda la mano.

La idea del libro, como manantial de mentiras hermosas, fue la revelación más grande de toda su infancia. ¡Saber leer! esta ambición fue su pasión primera. Los dolores que doña Camila le hizo padecer antes de conseguir que aprendiera las sílabas, perdonóselos ella de todo corazón. Al fin supo leer. Pero los libros que llegaban a sus manos, no le hablaban de aquellas cosas con que soñaba.