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¡Ah, picaruela, picaruela! dijo Bermúdez dándole unos golpecitos en la cara con la carta de doña Lucrecia . ¡Si tienes más trastienda cuando te conviene!... Y se fue tan satisfecho. Nieves, con ojos cariñosos, pero que parecían algo compasivos, le vio salir; y enseguida se sentó al piano y comenzó a preludiar una melodía de Schubert, que ella sabía de memoria... y Leto también.

Dame, arroyuelo cristalino y manso, el suave murmurar de tu corriente, de espuma matizada en el remanso. Préstame inquieto mar tu voz potente, vosotras auras el susurro ledo que vibra en los cristales de la fuente. La fe su inspiración hija del cielo; las cuerdas del laud su melodía, la cristiana oración su grato anhelo y sus cantos la hermosa poesía que busca a Dios, cuando remonta el vuelo.

Una música embriagadora salía del sonoro instrumento, y la misteriosa virtud de la melodía era para el alma del joven una explicación del por qué de la sobrehumana belleza que esa repentina animación hacía brillar en aquel rostro.

Luchando con algunas dificultades en el manejo de este instrumento, Flora logró arrancarle una melodía recalcitrante, acompañándola el Inocente con los palillos. La pieza que coronó la velada fue un rudo himno de misa campestre que los novios, entrelazadas las manos, cantaron con gran entusiasmo y vehemencia.

Y Ricardo atacó con exquisita delicadeza la bellísima melodía de Chopín, cuyos acordes ponían en el ambiente una nota de intensa y honda melancolía. ¡Qué es eso!

Cuando la dama distraídamente quiso pasar á otra melodía, la interrumpió exclamando: No puede usted figurarse, condesa, qué impresión tan honda me causa la frase que acaba usted de cantar. De todas las melodías que hasta ahora he escuchado, ninguna expresa más vivamente el triunfo del amor.

Peláez una horrible pesadilla, y no supongáis que adquirió esas deudas por vicio de gula ni regalo de sus gustos. Las noches de invierno son tan largas, el hogar desmantelado tiene un alma hostil que arroja de su seno, y en el café hay un ambiente tan suave y regalado, hay tanto derroche de luz, el piano pone una hora de encanto y de melodía en las voluntades resquebrajadas por la pobreza.

Entre tanto, no me preocupo de que él perezca con un pensamiento que entonces amaba....! Por el aire se dilata alegre campanilleo... Son las campanas de plata del trineo... ¡Oh, qué mundo de alegría expresa su melodía! ¡Qué retintín de cristal en el ambiente glacial!

El músico cerraba los ojos, creyendo escuchar aún en el silencio la voz cascada e imperiosa del maestro. ¡Oh! ¿dónde estaba? ¿Desde qué estrella seguía atentamente esa inmensa melodía de los astros, cuyos ecos sólo podía percibir su oído?

En lugar de responder a esta pregunta, Stein sacó su flauta y repitió la misma melodía. Entonces el duque vio que se les acercaba medio corriendo, medio saltando, una joven morena, la cual se detuvo de pronto al verle. Esta es mi mujer dijo Stein ; mi María. Que tiene dijo el duque entusiasmado la voz más maravillosa del mundo.