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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Su salud era mejor que nunca; pero había necesitado fingirse enferma durante un mes, con gran abundancia de melancolías y llantos, y hasta privarse de bailar en tanto tiempo. Esto último era lo que había asustado más á la madre, haciéndola creer en una muerte próxima; y como amaba mucho á su hija, la grave señora había acabado por acceder á su matrimonio con el ingeniero.
Dando las gracias a la esmirriada, salió Benina, y se fue por toda la calle adelante, atisbando a un lado y otro. Esperaba distinguir en alguno de aquellos calvos oteros la figura del marroquí tomando el sol o entregado a sus melancolías. Pasadas las casas de Ulpiano, no se ven a la derecha más que taludes áridos y pedregosos, vertederos de escombros, escorias y arena.
A poco de la partida del gaucho, ocurrió en Río cierta novedad, que, aun suponiendo a Rafaela muy melancólica, hubiera distraído sus melancolías. El Sr.
Había en toda la amplitud del paisaje notas de aurora y tonos de indefinibles melancolías crepusculares... El break había transpuesto la última tranquera y realizaba la más breve de las etapas entre la prolija observación del ganado, cuyos ejemplares lo seguían con la vista, como reconociéndolo. Ya estamos, muchachos: aquéllas son las casas.
Mi pobre madre padeció siendo muy joven, allá en su castillote de Bretaña, ataques de nervios, melancolías y trastornos que nunca ha logrado curar del todo, si bien se aliviaron algo después de mi nacimiento. Ella soltó parte del mal, y yo le recogí; ¡qué mucho que en ocasiones obre y hable, no como hombre, sino como niño o mujer!
Postrado en la cama, pasaba a veces días enteros sin pronunciar una sola palabra, aunque Salvador hacía los imposibles por sacar una siquiera de aquel pecho que era un mar de melancolías. En cambio, otros días era tal su locuacidad que no podían seguirle la conversación incoherente y exaltada.
El Señor se mantenía, como siempre, inmutable y magnífico. Cuando le veas continuaba Eva , dile que estoy muy arrepentida de mi desobediencia. ¡Qué tiempo tan agradable el que pasé en el Paraíso! ¡Qué espléndidas recepciones daba yo allá! ¡Y qué buffet tan distinguido!... ¡Ay, las tortas celestiales!... Una de sus melancolías más dolorosas era á causa de las tortas celestiales.
Ya se explicaba perfectamente las melancolías, los suspiros ahogados de Nucha. Y mirándole a la cara y viéndola tan consumida, con la piel terrosa, los ojos mayores y más vagos, la hermosa boca contraída siempre, menos cuando sonreía a su hija, calculaba que la señorita, por fuerza, debía saberlo todo, y una lástima profunda le inundaba el alma.
Dios te hizo, aún más que para ser el cantor de las flores y de la primavera, para ser el cantor de las olas y de las borrascas. Tú solo puedes traer a la literatura castellana ese mundo nuevo de intensas melancolías y de rudos afectos.
A la hora de ánimas, Miguel y Tiburcio cenaron juntos en su posada, y ya solos y de sobremesa, con la regocijada confianza que el haber comido y bebido bien inspiran, Tiburcio expuso a Morsamor lo sustancial de su plan, venció su repugnancia y logró que le aceptase para desechar melancolías y para consolarse de los desdenes y sobreponerse a la altivez de la noble amiga de la Reina.
Palabra del Dia
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